A la gente le da igual si sus médicos tienen o no militancia política, porque saben que su sesgo ideológico lo cuelgan antes de entrar al trabajo y les atenderán lo mejor que puedan y sepan. Sin embargo, no existe esa misma tranquilidad cuando los jueces deciden sobre cuestiones institucionales, porque sus conocidas querencias y malquerencias han terminado por dinamitar la división de poderes, y así es que unos jueces conservadores que se aferran a sus cargos ya caducados, están saboteando el funcionamiento de un parlamento legítimamente elegido. Felipe VI es el Jefe del Estado y debería intervenir porque el artículo 56 de la Constitución dice que “El Rey es árbitro y moderador del funcionamiento de las instituciones”, pero si en esta crisis ni está ni se le espera ¿para qué lo necesitamos? ¿Para hacer visitas de cortesía a otros países? ¿Para los besamanos? ¿Para entregar premios?