El hombre que no da una a derechas

De derechas, sí; a derechas, no. Alberto Núñez Feijóo, la gran esperanza blanca del Partido Popular, no es que yerre o se confunda a menudo con las cosas que dice, muchas veces sin que nadie le haya preguntado nada, sino que parece empeñado en construir su perfil político desde el dislate.
 

El penúltimo de ellos, el de asegurar muy serio que la reforma de las pensiones fetén es la de Macron que está incendiando Francia, y no la de Sánchez, que no ha producido la menor conflictividad social, ha provocado que el mismísimo Comisario europeo de Economía le pidiera por favor, estupefacto al oirle decir semejante cosa, que procurase hacer una oposición algo más constructiva.
 

Es cierto que quien tiene boca, se equivoca, pero no lo es menos que tampoco hay necesidad de equivocarse todo el rato por mucha boca, y micrófonos cerca, que se tenga. La penúltima de Feijóo es esa insólita preferencia por lo chungo en lo relativo a las pensiones, pero la última, a menos que en las últimas horas haya soltado alguna otra perla, la supera. Según él, Pedro Sánchez asistió a la Cumbre Iberoamericana para “rendir pleitesía a autócratas”. Se supone que, por extensión Felipe VI, que le acompañaba, se hincharía también a reunirse con los autócratas esos que ve Feijóo por todas partes, pero, en fin, en su descargo se podría argüir que andaba distraído cuando el Comisario europeo de Economía le recomendó oponerse constructivamente.
 

La ventaja de Feijóo cuando dice esas cosas es que no sabe inglés, por lo que no puede expresarlas en esa lengua que en Europa usa todo el mundo, y sólo le entendemos aquí. Ahora bien; lo que para él es una ventaja, para los españoles es un suplicio. Porque Feijóo, que cuando aterrizó en Madrid traía pintada una aureola como de intelectual no se sabe por qué, lo mismo confunde la gala de los Goya con la de los Oscar, que cree que el célebre “1984” de Orwell se publicó en 1984, o sea, cuarenta años después de editarse, que Picasso era catalán, o que es incapaz de mencionar un sólo título de la maravillosa obra de Rosalía de Castro, autora de la que asegura ser indesmayable partidario.
 

Alberto Núñez Feijóo, que no podría ir nunca a “Pasapalabra”, se defiende acusando a Sánchez de querer silenciarle, seguramente por haberse vuelto un pedazo de autócrata de tanto alternar con los autócratas iberoamericanos. Sin embargo, y en tanto no engorde y pula un poco sus saberes, casi sería mejor que fuera él mismo el que intentara probar las delicias del silencio, ese manjar destinado sólo al paladar de los prudentes.

El hombre que no da una a derechas

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