Para mí, Pepe Criado empezó a ser Pepe Criado hace unos cuatro años. Hasta entonces, era “el padre de María”. Y es que su hija fue mi compañera de colegio, y de clase, durante mucho tiempo. Por tanto, desde muy pequeña, el padre de María fue eso, el padre de María (y el marido de Mila, de El Cisne, emblemático comercio de la calle Galiano, al que acudía con cierta frecuencia con mi madre).
Aunque creo que puedo decir que sé quién es Pepe desde los cuatro años, lo cierto es que realmente lo empecé a conocer cuando cogió las riendas del Racing y, especialmente, durante el pasado mandato municipal. Fue entonces cuando descubrí que el padre de María, además de un señor afable y educado hasta el extremo, es un hombre con una gran capacidad de diálogo y tremendamente conciliador. Siempre sin estridencias, trabajó, cual hormiguita, para ir llevando al club hasta donde está hoy; durante 24 años como vicepresidente -fue mucho tiempo la mano derecha del gran y recordado Isidro Silveira- y, desde 2017, asumiendo la máxima responsabilidad.
Además de lo estrictamente deportivo, Pepe Criado puede sentirse orgulloso, así como también pienso que debe estarlo el gobierno de Ángel Mato, de haber firmado el convenio entre Racing y Concello de Ferrol -suscrito oficialmente en octubre de 2022, aunque aprobado en pleno en abril de ese mismo año-, logrando un acuerdo que estaba caducado desde, nada más y nada menos, 2012. De este modo, su gestión, en este sentido, puede calificarse como intachable, así como colaborativa y fundamentada en el diálogo y entendimiento.
En cuanto a su forma de ser, lo que ocurrió el día del ascenso me hizo valorarlo más. Desde el palco, vivió con una aparente serenidad esa victoria ante el Celta B; una victoria que devolvía al equipo ferrolano a la Segunda división quince años después y solo cuatro después de haberlo hecho desde la tercera categoría del fútbol español. Pepe no quiso acaparar, a pesar de que tenía todo el derecho a hacerlo, absolutamente ningún protagonismo. De hecho, nos permitió a todas las personas que tuvimos la suerte de vivir el encuentro desde el palco, sacar fotos y vídeos desde la primera fila, manteniéndose en un discreto -e injusto- segundo plano. Fue ahí, en ese partido, cuando me recordó a mi abuelo, integrante de la directiva del Racing en los años 60, que desde pequeña lo veía ver el fútbol aparentemente impasible de cara a la galería, pero sufriendo a mares por dentro. Según me contó mi madre, en ese partido del ascenso de 1966 en Barcelona, al que había acudido con el equipo, acabó poniéndose malo por no exteriorizar sus sentimientos, especialmente los nervios.
Algo parecido me pareció ver ese 27 de mayo de 2023 en A Malata en Pepe Criado, aunque lo más destacado de la jornada fue esa forma de echarse a un lado; lo mismo que hizo solo unos meses después, con el equipo ya “instalado” en Segunda: irse con una discreción y educación infinita. Por todo ello, Ferrol, y de forma muy especial los miles de racinguistas, estamos, o debemos estar, agradecidos, y por ello a nadie sorprende las muestras de cariño de diversas entidades e instituciones, como la concesión de la Faba de Plata 2023 por la Asociación Asturiana de Ferrolterra-Peña Les Fabes, o la cena de homenaje organizada por amigos para esta misma semana. ¡Enhorabuena, gracias y opa Racing!