Galicia, en el buen camino turístico

En el turismo hay una característica administrativa que hace muy peculiar a Galicia: la dependencia directa del Presidente, y así ha sido con Manuel Fraga y los es con Alfonso Rueda. Desde que el León de Vilalba, un hombre que puso a la España autárquica de Franco en el mundo –“Spain is different”–, tomó posesión de la Presidencia de la Xunta , el 5 de febrero de 1990, la economía gallega tuvo, junto a la moda o la pesca, su tercer eje esencial en la “industria de la felicidad”, como la llama Amancio López Seijas.


En una mañana soleada en el Obradoiro, hace 35 años, consciente del lugar, de su significado e importancia, Fraga expuso las líneas maestras de su mandato: “Ti dis, Galicia é ben pequena, eu dígoche, Galicia é un mundo, o mundo enteiro, pois poderala andar de Norte a Sur, de Este a Oeste, poderala andar unha vez, e outra, e aínda unha terceira e no na has andado toda. Coa mesma grandeza con que se fixo esta Praza queremos e faremos unha Galicia de Todos e paras todos, os que foron, os que somos os que virán (...) (...) pensa sempre que desde o lugar mais pequeno do mundo pódese ollar todo o universo.” Los ecos de la poesía de Risco, del entendimiento de Ramón Piñeiro, le sirvieron al controversial político, nacido al pie del Camino Francés a Compostela, para establecer las bases de lo que sería su mandato en materia de la industria del viaje.


En una sucesión encadenada y lógica, aquel ser excesivo, incansable, puso en marcha, con el apoyo del Gobierno de Felipe González, todas las medidas para modernizar la conectividad de la Comunidad, empezando por las infraestructuras –autovías con la Meseta, el proyecto primigenio de los trenes de Alta Velocidad, el remate de la Autopista del Atlántico, a “navallada”, que decían algunos–. Llegaron también la electrificación y la telefonía, los puertos, la modernización de los aeropuertos, un plan de recuperación patrimonial, grandes exposiciones como Galicia no Tempo; la red de telecomunicaciones; la internacionalización de los medios públicos –Galicia se constituyó en un plato de cine internacional, se creó el canal internacional de la TVG o la web de la CRTVG, con las cámaras en todas las rutas jacobeas y lugares de interés–; actividades culturales, como el Festival Internacional de Música de Galicia, complemento a Música en Compostela, o el Centro Gallego de Arte Contemporánea; se establecieron eficaces medidas para combatir los incendios forestales, se hizo un plan medio ambiental y se fomentó una red de jardines, bosques y árboles singulares; se cuidó a los emigrantes; se concibieron nuevas titulaciones universitarias; planes de comercio local y grandes áreas; se instauraron 105 polígonos industriales, el apoyo a los artesanos, a los bodegueros.


A escala local, y si ya la vida se celebra cada día en las mejores tabernas o en los restaurantes de excepción –-hay que recordar a Amigos da Cociña, Grupo Nove o Estrelas no Camiño...–; se relanzaron las romerías, la cultura popular –este año Castelao, el 17 de Mayo, celebramos a las cantareiras–, y las fiestas gastronómicas –Albariño, Cocido de Lalín, Pulpo de Carballiño, Lamprea en Arbo, etc.–, las Denominaciones de Origen, los carnavales –Laza, Xinzo, Verín, Ourense, etc.–, Festivales como el de Ortiguera, la Romería Internacional, etc. y se propulsaron las orquestas, las bandas de música, las corales;, etc. Todo ello se complementó con conciertos internacionales –Rolling Stones, Elton John, etc.–. Galicia se puso de moda y era y es muy apetecible, muy vivible, muy fotografiable, solo hay que recordar el libro ‘Galicia, instante eterno’ de Carlos Rodríguez, para evocar la maravillosa transformación. Llegó la Galicia para vivir e invertir.


Fraga fue muy claro desde el primer día: “Hay que poner de moda Galicia, y lo haremos relanzando los Caminos de Santiago”. Esa fue una de las primeras órdenes a su equipo, se hizo un plan de puertos –sobre todo deportivos, con la Mesa del Turismo Náutico–, se dotó al territorio de telecomunicaciones; se ideó Galicia Calidade –“italiano no, gallego, francés no, gallego..”, un milagro de la agencia IPública, de Antonio Aguilar y Amparo Velasco–; se inauguró –hace estos días 30 años–, el Centro Superior de Hostelería de Galicia y centros de FP especializados –identificar y formar talento, hoy hay cientos de profesionales gallegos dirigiendo empresas del viaje–; se puso en marcha la recuperación de aguas termales y balnearias, complemento de sus más de mil ríos; en aquellos años se crearon 550 casas de turismo rural y Santiago pasó a ser la sexta ciudad de congresos de España; se construyeron Palacios de Congresos y grandes espacios de exposiciones como Silleda –Semana Verde, etc.–, Vigo, Coruña...; se ampliaron los Paradores. Finalmente llegaría la Ciudad de la Cultura, polémica por intereses espurios y celos localistas e incluso dentro del propio PP, hoy es el primer centro cultural de Galicia... y los ‘booms’ de Sanxenxo, Baiona, Finisterre, Ribeira Sacra, Mariña lucense, luces de Vigo, Playa de las Catedrales, A Coruña, Arde Lucus, Ferrolterra....


Fraga consiguió que el turismo pasase a representar de poco más del 3% el 11% del PIB gallego. Aprovechó, como dijo desde aquel lejano año 90, la oportunidad tras la EXPO de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona. Marcó una estrategia precisa para afrontar el Año Jubilar compostelano de 1993, y con ello, gracias al talento de Luis Carballo y su agencia de Vigo, creó la imagen de los XACOBEO, que desde un leve 93 inicial se alzarían su plenitud en las ediciones de 1999 y 2004, tras construirse una red de albergues única.


Al César lo que es del César. Fraga y sus equipos crearon el camino, la estela que habría de continuar los gobiernos de Pérez Touriño, Núñez Feijoo y, con un nuevo y principal entendimiento, Alfonso Rueda, que ha retomado de su mano, en colaboración con José Manuel Merelles –del equipo de don Manuel–, una industria esencial, transversal y que vive sus mejores datos históricos.


Galicia avanza, en la España Verde, con sus ciudades patrimonio, con su rural único. Ahora hay que seguir gestionado un éxito que es de todos y que construye al bienestar general, con pequeños y corregibles molestias, ese es el precio. Más la Comunidad va a seguir avanzando en esta área, por decisión principal de su Presidente Alfonso Rueda, y tiene que hacerlo no solo con conocimiento y profesionalidad, sino con profundo respeto a su historia, a lo que fue, a lo que es y a lo que será, a su cultura y a sus gentes.


Con audacia, el Año Santo Jubilar 2027 ha de representar, al menos hay que intentarlo, la vuelta del  Papa, en este caso León XIV. También debe avanzarse en la creación del gran Museo Picasso en La Coruña, complemento de las grandes exposiciones de Inditex –felices 50 años–..., llega la renovada Bienal de Pontevedra... Todo suma, hacen falta nuevas iniciativas, todo suma menos los aeropuertos, algo habrá que hacer también en el complejo mundo aéreo y completar en serio la red de AVE, incluso hacer que su wifi funcione.


Galicia, un destino único en el viejo Finisterre, sigue de moda, está en buenas manos profesionales. Buen camino.

Galicia, en el buen camino turístico

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