Estado de bienestar y protección social

La reforma del modelo estático del Estado de Bienestar reclama sintonía entre la actuación pública y las aspiraciones sociales, entre el quecer de los aparatos públicos y el sentir social, el del pueblo soberano. Ahora bien, ese encuentro no puede ser resultado de una pura adaptabilidad camaleónica a las demandas sociales. Conducir las actuaciones públicas por las meras aspiraciones de los diversos sectores sociales es caer directamente en el pragmatismo y la tecnocracia sustituyendo a los gestores económicos por los prospectores sociales. Cuándo así acontece, es lo que ha pasado en los últimos años, se desvanece la idea del interés general para atender desde el poder público determinadas aspiraciones de determinados grupos que están en la mente de todos, transformandolo lo general en lo particular, privatizando lo que por esencia y naturaleza es de todos, del conjunto social. La prospección social, como conjunto de técnicas para conocer más adecuadamente los perfiles de la sociedad en sus diversos segmentos es un factor más de apertura a la realidad. La correcta gestión económica es un elemento preciso de ese entramado complejo que denominamos eficiencia, pero ni una ni otra sustituyen al discurso político. La deliberación sobre los grandes principios, su explicitación en un proyecto político, su traducción en un programa de gobierno da sustancia política a las actuaciones concretas, que cobran sentido en el conjunto del programa, y con el impulso del proyecto.

Las políticas públicas que parten de la participación social, se confeccionan siempre a favor de la ciudadanía, de su autonomía –libertad y cooperación–, dándole cancha a quienes la ejercen e incitando o propiciando su ejercicio –libre– por parte de quienes tienen mayores dificultades para hacerlo. Acción social y libre iniciativa son realidades que el pensamiento compatible capta como integradoras de una realidad única, no como realidades contrapuestas. Las políticas públicas en el Estado dinámico del Bienestar no se hacen, no se debieran realizar pensando en una mayoría social, en un segmento social que garantice las mayorías necesarias en la política democrática, sino que las políticas que se diseñan desde esquemas reales de participación se dirigen al conjunto de la sociedad, y son capaces de concitar a la mayoría social, aquella mayoría natural de individuos que sitúan la libertad, la tolerancia y la solidaridad entre sus valores preferentes. Hoy, en tiempos de crisis, de ausencia de valores, de dominio de lo políticamente correcto, que importante es que las políticas democráticas se dirijan realmente a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, de todos los ciudadanos.

@jrodriguezarana

Estado de bienestar y protección social

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