La España oscura

Se atribuyen a Bismarck la reflexión de que somos un gran país, pues por mucho que intentamos tumbarlo ―ahora con insistencia― ahí sigue.
 

Estemos o no de acuerdo, la dura realidad nos muestra la tendencia histórica, muy española, de arremeter contra todo aquel que destaca, crea riqueza e intenta prosperar.
 

Benito Perez Galdós, palmense, escritor, académico y político republicano, cuyo pecado fue denunciar la deriva decadente de la sociedad en sus 46 episodios nacionales, fue desprestigiado por los propios españoles, ante la Real Academia Sueca de Ciencias para que no se le concediera el Premio Nobel de Literatura en 1912.
 

El cartagenero Isaac Peral científico y militar, desarrolló y logró botar en 1.888, el primer submarino torpedero de propulsión eléctrica. Pese a sus exitosas pruebas de mar, las autoridades desecharon el mismo y alentaron una campaña de desprestigio contra su inventor. Aun así, años después fundó empresas como la Compañía Termoeléctrica de Manzanares.
 

El mes pasado se cumplía el centenario del primer vuelo del autogiro del murciano Juan de la Cierva, precursor del helicóptero.
 

Actualmente se le desprestigia y trata de retirar toda mención con el dudoso argumento de haber apoyado la sublevación de 1.936. Ni era militar, no conoció a Franco y en esos tiempos vivía en Gran Bretaña donde falleció.
 

A estas alturas, a pesar del “progresismo ilustrado”, la costumbre cainita sigue siendo difícil de desarraigar; ahora les toca el turno a empresarios, uno del sector textil y otro de la gran distribución, cuyo pecado es crear miles de puestos de trabajo, invertir, innovar, pagar impuestos y lógicamente ganar dinero.
 

Tampoco se libra la gran banca, y ¡ojo! que pronto tocara el turno a las grandes constructoras españolas, que se atreven a estar entre las que más facturan a nivel mundial. Y atentos los bodegueros de albariño, a punto de ser pecadores, dado que venden mucho y exportan. No es alentador escuchar las declaraciones de ministras y ministros, arremeter sistemáticamente contra todo aquel que destaca por emprendimiento, esfuerzo, riesgo, trabajo; por lo visto temas tabúes para el gran progresismo social comunista.
 

Reconociendo que algo habremos mejorado, queda un camino por recorrer; no hay más que reflexionar en quien ha entrado a dar clases en la Complutense y escuchar los exabruptos de la alumna con el expediente académico más brillante de la Facultad de Ciencias de la Información de la mencionada universidad.
 

Un país no avanza sin un programa de enseñanza coherente, ético y planificado con rigor, al margen de ideologías políticas.

La España oscura

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