Pongo comillas porque lo que van a leer a continuación es fiel reproducción de una pieza recuperada de la hemeroteca que hoy merece ser recordada. Créanme que mientras transcribo esta grabación, estoy viendo la cara y escuchando la voz del presidente del gobierno Pedro Sánchez: “Con lo que ha ocurrido en Cataluña quiero hacer con vosotros tres reflexiones, la primera es sobre un independentismo que en su apuesta por el caos continua erosionando gravemente la convivencia entre catalanes, dicen defender la democracia pero continúan en su vía unilateral, dicen querer construir un frente común entre la sociedad catalana pero le siguen dando la espalda a la mitad de la sociedad catalana que no piensa como ellos y dicen querer defender el autogobierno de Cataluña pero son incapaces de ponerse de acuerdo para poner en pie un gobierno. Nadie ha hecho tanto daño a las instituciones catalanas como el independentismo. La segunda es sobre la otra izquierda que se ha vuelto a equivocar y se ha puesto al lado del independentismo, cuando no hay ninguna causa de izquierdas en el independentismo, la izquierda es un movimiento político integrador es un proyecto político progresista, modernizador y europeísta, justo lo contrario a lo que representa el independentismo, que es excluyente, que es aislacionista, que es regresivo y que es insolidario…”. La tercera se la ahorro a ustedes porque es irrelevante para el asunto que hoy tratamos en esta columna. Han leído las palabras de un Pedro Sánchez compungido que mostraba en su rostro el sufrimiento que decía padecer por las tropelías independentistas, hoy ya sabemos que eran lágrimas de “cocodrilo” y que Sánchez no es persona de fiar, lo mismo te puede decir una cosa y al día siguiente su contraria con absoluta naturalidad y sin rubor alguno. Viene esto a cuento porque están poniendo a caer de un burro a la presidenta Ayuso por decir que no quiere reunirse con Sánchez bilateralmente y que ella reclama una Conferencia de Presidentes autonómicos multilateral en la que, todos presentes, debatan sobre la financiación autonómica y el “cupo catalán” que Sánchez pretende ahora para mayor gloria de los independentistas y que hace saltar por lo aires los principios de la social democracia que eran la defensa de la igualdad y la solidaridad. Hasta los propios independentistas han reconocido que su “cupo” es todo menos solidario. No lo es y castiga a las regiones menos afortunadas en favor de la millonaria Cataluña. Y entonces sale la vicepresidenta Montero para decir que hay que subir los impuestos porque los que más tienen deben compartir su riqueza con los más necesitados. En qué quedamos, los más ricos deben pagar más, pues ahí está Cataluña que lo que pretende es pagar menos a la caja común que garantiza los servicios en todo el territorio nacional. Quieren, en resumen, la independencia fiscal que será un paso más, muy importante, en su proceso de independencia política de España que es su último objetivo. Lo grave es que un presidente del gobierno de España, socialista, les da ahora la razón y bendice las aspiraciones secesionistas del separatismo catalán. Lo hace Sánchez no porque piense que es bueno para nuestra nación, lo hace por los votos que necesita para mantenerse en Moncloa, aunque ello sea a costa de romper su propio país, con unas consecuencias gravísimas para el resto de comunidades autónomas. Tengo que frotarme los ojos para ver al Psoe actual, al sanchista, vendiendo sus principios y traicionando su historia y, ya de paso, pisoteando la dignidad de todos los españoles. Esto que pretende Sánchez no fue votado por nadie, él dijo exactamente lo contrario de lo que está haciendo en su campaña electoral y el coro de palmeros que lo acompañan en el gobierno le aplauden porque su poltrona depende del dedo de Sánchez. Esto es así.