Entre perros y apagones

En este verano tórrido, con media España escapando de las grandes ciudades, los ecos de la política son eso: ecos. El debate ahora es la temperatura de la calle y los aires acondicionados de los locales comerciales y de las oficinas. No todos los presidentes autonómicos parecen estar muy de acuerdo con los recortes y la ministra del ramo ya ha convocado una reunión para convencerles. Ayuso no asistirá, pero eso es ya una tradición. Ella lleva la oposición por su cuenta dejando a Feijóo como un “buenista”.
 

Con Sánchez instalado ya en La Mareta, la preciosa villa diseñada por Cesar Manrique que el Rey de Jordania regaló a Juan Carlos, las discrepancias en el seno de la coalición de Gobierno sobre la reforma de la Ley de Secretos Oficiales quedan aplazadas a septiembre.
 

Como en el limbo queda también la última propuesta de la ministra Belarra que prepara un anteproyecto de Ley de Defensa de los Animales con pretensiones tan peregrinas como prohibir que los canes de compañía, esos mismos que son más numerosos en las casas que los niños, puedan reproducirse, salvo que sus propietarios estén dispuestos a pagar cuantiosas multas. Además los gatos deberán ser castrados antes de los seis meses de edad y sólo podrán procrear los inscritos en un registro.
 

Habrá quien se pregunte si las altas temperaturas no estarán afectando a la capacidad legislativa de nuestros próceres. Cuando la sensación general es el temor a un otoño lleno de dificultades, con una inflación descontrolada, los datos de empleo a la baja y otra crisis económica que ya se otea en el horizonte, es prioritario que se dediquen a las cosas de comer y nunca mejor dicho.
 

Como si la situación bélica internacional necesitara más empuje, Nancy Pelosi ha decidido por su cuenta empeorar las relaciones con China y dejar a Taiwán, tras su visita, convertida en el objetivo de unas peligrosas maniobras con fuego real. Así como Ucrania es el granero de medio mundo y la salida del primer mercante cargado de grano hacia el Líbano ha provocado un suspiro de alivio en los países africanos, Taiwán es el primer productor de ‘chips’ imprescindibles en la industria.
 

Ya, las grandes marcas automovilísticas sufrieron un grave paro por la falta de componentes electrónicos provocada por la pandemia, que puede reproducirse en el otoño si el conflicto en Taiwán se estanca.
 

Pero estos negros augurios, que todos sentimos sobre las cabezas, hacen crecer la sensación de que agosto es la imprescindible tregua antes del frío. Así que aprovechen para bailar.

Entre perros y apagones

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