No entiendo la política si no tiene como objetivo principal garantizar la igualdad de oportunidades. Y para ello resulta fundamental apostar por el denominado estado del bienestar, que tiene en la educación uno de sus pilares fundamentales. Es más, yo me atrevería a afirmar que la educación es la que marca el futuro de cada generación, en términos globales, y de cada individuo, de forma particular, constituyendo un elemento vital en el progreso de la sociedad en su conjunto.
Esta semana comenzó el curso en Galicia y, una vez más, muchos centros de Ferrol han experimentado el impacto de unos recortes que la Xunta de Galicia viene imponiendo a la educación pública desde hace años. Mientras se buscan fórmulas en algunos casos surrealistas para mantener convenios millonarios con colegios que siguen segregando a niños y niñas en la mayor parte de sus aulas, los centros públicos
sufren serios recortes, que van desde la reducción de unidades a la de profesorado.
Aunque no es el único que se encuentra en esta situación, el CEIP San Xoán de Filgueira se ha convertido en estas semanas en el protagonista de titulares de prensa por la eliminación de una unidad de Primaria, unificando los cursos de primero y segundo en un aula por la escasa matrícula que, alega la Xunta, tiene el centro en el presente curso escolar. Y he aquí donde radica la gran diferencia entre quien defiende la educación pública y quien aboga por un modelo encaminado a mantener y ahondar en las diferencias sociales y económicas.
Sustentar como argumento principal que no se llega al número mínimo exigido para mantener la unidad —por cierto, desde la Inspección se les indicó que si llegaban a 18 alumnos y alumnas no se tomaba la decisión y a día de hoy son 17—, evidencia una falta total y absoluta de interés por uno de los criterios que, por el contrario, incorpora la LOMLOE como fundamental: la calidad. La calidad de la enseñanza debería prevalecer por encima de criterios económicos, pero de una forma especial en casos como el del San Xoán de Filgueira. No podemos obviar que este centro, receptor de diferentes premios a lo largo de los años, cuenta con alumnado que requiere de atención específica y complementaria, tanto por el elevado número de familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad como por las que, a esta situación, se les añade la dificultad del idioma por proceder de otros países.
Por desgracia, a la hora de incorporar profesorado, la Xunta de Galicia no tiene en cuenta esta situación y, lejos de reforzarlo, para lograr que todos los niños y niñas tengan las mismas oportunidades y la misma calidad en la enseñanza, une dos cursos como ya hizo hace años con los de 3 y 4 años de Infantil. Y, también por desgracia, lo que ocurre en el CEIP San Xoán de Filgueira no es un caso aislado, sino que es una más de las decisiones que viene tomando el gobierno autonómico del PP con la educación pública, reduciendo recursos económicos y recursos humanos año tras año.
Las personas que defendemos a ultranza un modelo público basado en criterios de calidad no renunciamos a ello y seguiremos luchando desde el lugar, o lugares, que nos corresponda para evitar que se adopten estas decisiones o, en su caso, se materialicen. Porque invertir en educación es hacerlo en igualdad, en desarrollo y en progreso.