Un tema interesante pone fin a los artículos que desde enero hemos dedicado a los acontecimientos en Ferrol de la lucha obrera, se trata de presentar las respuestas, lo actos y las represiones que vivieron, no de todo sorprendentes.
La mujer tiene un papel antes de los sucesos, cuando ocurre lo inesperado y posteriormente para mantener la familia de pie y entera.
Si comenzamos pensando qué relación tenían las mujeres de Ferrolterra con el Partido Comunista, y más concretamente si eran militantes, encontramos muy pocas que yo sepa, la más evidente era Sara Arymau, procedente de Valencia y que había comenzado en las juventudes comunistas en la universidad valenciana. Después había algunas simpatizantes del PC y otras del Partido Socialista Galego de izquierda nacionalista; no faltaba la presencia de las que defendían el Bloque Nacionalista Galego. En estos quehaceres hay que reconocer dos sectores, la mujer casada con hijos y la libre sin niños, el sentir más impetuoso en las que eran madres se ceñía a que al marido no le pasase nada malo y que no perdiera el puesto de trabajo, los hijos lo exigían.
Sin duda ese tema lo había tratado la pareja los días anteriores al 9 de marzo, más de una mujer tuvo que tragar sapos y ranas, al oír los argumentos de su marido, que a su vez sufría lo mismo. Iban dispuestos a todo, a luchar hasta el final (que era terminar en la cárcel, no pensaban morir).
Desde los años sesenta se venía luchando. Cuando los hombres ocuparon las iglesias y se cerraron por días, las mujeres iban a llevarles comida. En 1972 todo será mucho más violento. Para empezar, según declaraciones de Rafael Pillado, las mujeres fueron las primeras que les pusieron frente a los policías con piedras, después vino todo lo demás. Cuando prendieron a los cabecillas y otros, la mujer que tenía coche llevaba a la cárcel de la Coruña a sus esposas, una semana unas y otra semana otras, de ellas algunas terminaron en el presidio. Si había que esconder a alguien las mujeres también sirvieron, además de repartir octavillas y demás. La que tuvo que aguantar que se le muriera un hijo de accidente y no le dejaron salir al marido del talego ...
La etapa más dura la sufrirán después de los hechos. Las viudas, las que tienen al marido en la trena, los que están heridos, el cierre de Bazán, las que vieron a sus maridos expulsados del trabajo, las que se vieron solas porque sus maridos buscaron refugio fuera de España. Las que vieron agotados los ahorros. También hay que considerar a aquellas mujeres que no quieren que eso se vuelva a repetir, que no aceptan de ninguna forma que se arme otra, que si su marido insiste rompe el matrimonio, los hijos sufren la ruptura. Pero hay que sobrevivir.
Este escrito es apenas una corta reflexión doméstica, pero ya disponemos de trabajos interesantes como “As mulheres do 72. Resistência Militante” de la doctora Lola Ferreiro, que presenta mujeres con nombres y apellidos de Ferrolterra que lucharon como militantes de partidos políticos. Ese año destacaron, además de las de Ferrol las de Santiago, Vigo etc. “Ferrol sempre foi umha cidade proletária. Os estaleiros aglutinavam o maior número de trabalhadores e trabalhadoras, mas também estava a Pysbe, a Pemasa, a Megasa, as industrias téxtil, a construçom e muita pequena empresa. Em total, perto de 20.000 operárias... Na altura contribuíram à criaçom das CCOO”. El artículo de Lola Ferreiro salió en Novas da Galiza. Periódico Galego de Informacom Crítica, en marzo 1972.
Para terminar o libro necesario de Ánxela Loureiro