La democracia es el compendio de muchas características: elecciones libres, separación de poderes, coincidencias y discrepancias y garantía de libertad para todos los ciudadanos. Todo esto debe ir acompañado de principios éticos y morales, respeto a la norma y a la liturgia democrática, imprescindible para que la democracia perdure. Todos estos elementos demasiado obvios y no pocas veces olvidados o maltratados, solo están a salvo si la conversación política y democrática no se rompe. En España está rota y está rota entre los dos grandes partidos que por muchos apéndices que surjan a derecha y a izquierda son los únicos que, hasta el momento, han gobernado España y lo seguirán haciendo porque ni VOX va a superar nunca al PP, ni los partidos de izquierda que sostienen al Ejecutivo van a acabar con el PSOE. Estamos viendo que cualquier circunstancia es buena para que tanto desde VOX como por parte de los partidos que están a la izquierda de los socialistas se arremeta contra el bipartidismo. La corrupción es culpa del bipartidismo, la inmigración responsabilidad del bipartidismo.
Nada escapa al endemoniado bipartidismo. Sin embargo en España tenemos problemas de hondo calado que solo se pueden abordar, si se quiere poner soluciones serias y relativamente permanentes si los dos grandes partidos nacionales fueran capaces de entablar una mínima conversación que librara a la política nacional de la presión de siete votos o de discursos absolutamente inaceptables.
Asuntos como la financiación, inmigración, educación son asuntos de Estado que no se pueden abordar desde la presión de las minorías. A estas minorías hay que escucharlas y, por supuesto, respetarlas y aceptar de ellas aquello que redunde en el bien común y no exclusivamente a intereses particulares. Hoy por hoy esa conversación entre los dos grandes partidos no existe.
Entre ellos no solo existe el muro establecido por Sánchez que es obvio que no quiere acuerdo alguno con el PP. Si lo quisiera le dedicaría, al menos, la cuarta parte del tiempo y esfuerzo que está dedicando a Junts para sacar adelante la reducción de jornada. Siempre es más responsable el que tiene más poder. El PP ha cometido errores, desde luego, pero lo que no imagino y la experiencia así lo avala, es que si Sánchez llama a Feijoo este no acudiera a Moncloa. Allí habría conversación y el acuerdo o desacuerdo vendría después, pero primero conversación para escucharse el uno al otro.
Las ocasiones en las que se ha visto son contadas y todo augura que no habrá más encuentros. No hay elecciones a corto plazo, pero, de manera un tanto sutil, la campaña electoral ha comenzado. Cuando pase el tiempo y la ausencia de esa conversación lleve a la explosión de los problemas pendientes, nos daremos cuenta del tiempo perdido. Prescindir de manera absoluta de la conversación con el primer grupo de la Cámara es, probablemente, el mayor error del actual socialismo. La respuesta por parte del PSOE es clara: la culpa es del PP.