reo que siempre constituyeron nuestras tabernas lugares de encuentro, comunicación, atenciones, calor..., que tanto se agradecía en los pueblos pequeños y quizá más aún en los medios rurales o campesinos que este servidor hubo, a mi parecer, no sólo la coincidencia sino la suerte de conocer un poco.
La tabernita, activa, más o menos recoleta, irradiaba —y las pocas que quedan lo siguen haciendo–luminosidad interna, bienestar, satisfacción... de encontrarte con los conocidos vecinos, allegados, familiares... que en saludos, novedades, preocupaciones, quehaceres en general..., creaban y mantenían lazos casi siempre de afinidades en sentimientos de comunidades próximas. Eran, son, en fin, casi casi, nuestra segunda casa.
Era una concurrencia grata, cómoda, un poco obligada con frecuencia. Si nos faltaba o falta hoy en los escasos sectores sobrevivientes, nos falta algo, la echamos mucho demenos, no es fácilmente sustituible...
i0h! aquellas tabernas donde a la vez que se compraba una soga, bacalao o pan de higo mientras se consumía un “blanquito” o una zarzaparrilla, compartíamos comentarios, atenciones por parte de los dueños, vahos de confianza y allegamiento...
Tristes nuestra España vaciada y nuestra Galicia ídem y nuestras tabernitas desaparecidas.
Siento tristeza –pienso que así puedo denominar mi estado de ánimo debido a ello– por la desaparición progresiva de nuestras aldeítas, de nuestro sufrido y callado campo y creo muy justificadas las escasas tractoradas y las actuales protestas del mundo agropecuario no sólo español sino plurinacional.
Y me apena la constatación de las abandonadas y mal administradas cadenas que se han ido sucediendo en el cierre y abandono de instituciones y centros cívico religiosos entre los que podemos citar muchísimas ermitas, iglesias, centros varios y tabernas... tras la huida de los exprimidos y ancestrales moradores de aldeas y pueblos pequeños de nuestra España.
Podría citar ejemplos de grupos varios pero toca aquí hablar de la desaparición de nuestras entrañables tabernas de las que bastantes de ellas llegaron a transformarse en afamados restaurantes, que también, cierran hoy día por escasez de clientela en el ámbito correspondiente. Entre otros cerraron en nuestra proximidad que yo sepa, y perdón si me equivoco, el de Senra, Ponte Segade, Miñotos, (creo que este afortunadamente volvió a abrir), O Coto, Urbano-Grañas, (estos dos últimos abiertos y próximos a cerrar)..., amén de muchos otros de aldeas y núcleos de Pueblos varios.
Pues, como otros muchos aspectos negativos,todo ello debido al descuido, mejor la desatención gubernamental al medio campesino, sus anexos, sus dependencias simbióticas, sus necesidades perentorias fundamentales...
iQué pena! Y iA Dios! a mis tabernitas. Pues que desplazándome vertiginoso por los noventa y dos, os echo en falta, remansos de paz míos. Invierno todavía.