Qué gana Podemos negando por boca de la ministra de Igualdad, Irene Montero, el fiasco que está provocando la llamada ley del “solo sí es sí”? A mi entender, tiempo. Ganan tiempo hasta llegar al 8-M y aprovechar las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer para convertirlas en una suerte de plebiscito de la Ley Montero. Demoran la reforma de ley a sabiendas de que desde que entró en vigor ha propiciado la rebaja de penas a más de seiscientos agresores y la excarcelación de otros sesenta.
Un auténtico escándalo. Por eso cuesta entender la contumacia de la ministra negándose a cambiar la ley sin otro argumento que señalar a los jueces como responsables de las excarcelaciones y rebajas de penas frente a la evidencia de que en todas las audiencias provinciales se han producido sentencias con idénticos resultados.
Más allá de una prueba de terquedad sobre la que podría arrojar luz la “soberbia adolescente” de la que habló en su día la juez Manuela Carmena refiriéndose a la personalidad de las dirigentes de Podemos, tiene que haber otra explicación de la negativa a cambiar una ley cuyas consecuencias indeseables están a la vista de todos. Las excarcelaciones de agresores sexuales suponen un escarnio para sus víctimas y es un escándalo político por cuanto tienen de error que, pudiendo ser corregido, se mantiene.
Pedro Sánchez lleva semanas anunciando que el PSOE quiere reformar la ley y, ante la negativa de Podemos, Núñez Feijóo ofrece los votos del PP poder sacarla adelante. Pero el Pleno del Congreso que tiene previsto celebrar el debate sobre una proposición de ley presentada por los socialistas no se celebrará hasta el siete de marzo. La víspera del 8M, la fecha en la que se celebra el Día Internacional de la Mujer. Jornada de grandes manifestaciones que en años pasados Podemos intentó patrimonializar excluyendo a otras formaciones políticas del centro y la derecha. A la vista del pulso que la cúpula morada mantienen con las organizaciones feministas del PSOE no sería de extrañar que las demostraciones se plantearan por separado. Como quedó apuntado, entra dentro de lo posible que Irene Montero quiera convertir la manifestación del 8M en una suerte de plebiscito sobre su ley del “solo sí es sí”. Buscar en la calle y en el fervor sectario lo que la razón niega y el presidente del Gobierno se muestra incapaz de corregir.