LETRAS ESPAÑOLAS | Historia de un hombre que perseguía la lluvia

Literatura en #Nordesía: Luis Alonso Girgado profundiza en la figura del escritor Eduardo Rojas Rebolledo
LETRAS ESPAÑOLAS | Historia de un hombre que perseguía la lluvia

En el área comarcal de Santiago de Compostela destaca el pueblo de Bertamiráns, con habitantes jóvenes y elevado índice de natalidad. En él residen algunos conocidos escritores, entre ellos Eduardo Rojas Rebolledo, que lleva allí afincado una veintena de años y es de nacionalidad mexicana; nacido en 1970 en La Paz, ciudad sureña de la península de Baja California. 

 

Estudió en las Universidades de Santiago de Compostela y en la Autónoma de México. Su obra literaria, por el momento, abarca media docena de títulos entre novelas y cuentos, todos ellos con el prestigioso sello editorial del Fondo de Cultura Económica de México D.F., de los que sobresale la novela La mujer ladrillo (2016).


Hace bien poco el escritor presentaba, en la Librería Leria, atiborrada de público, en Bertamiráns, su nueva novela, Y apenas nada (Ed. Drácena, Madrid, 2025). El citado título posee un múltiple reduccionismo narrativo que afecta a la bien delimitada historia (algo menos de ciento treinta páginas con frecuentes espacios en blanco); a un relato narrativamente condensada que se plasma en una doble arquitectura: tres amplias partes ocupadas, cada una, por series de secuencias que fragmentan lo narrado, cuyo eje nos refiere la doliente y penosa existencia de Napoleón (onomástica ciertamente irónica) Chicomóztoc, un extraño y alucinado ser que apenas sobrevive en el lugar llamado Arenales, a la vez costeño, desértico, solitario y azotado por los vientos de arena y sal; un ser que desaparece súbitamente, fantástico perseguidor de nubes y aguas, en viaje a ninguna parte.


Historia, pues, comprimida narrativamente, familiar en buena medida, regida por un solo narrador exterior a la misma. Cada breve secuencia se presenta bajo el doble esquema: un comienzo idéntico, anafórico y un conjunto de fragmentos en torno al desdichado Napoleón, cuya enfermiza y solitaria condición solo tiene dos consuelos: su madre, “la Lobina”, y su amigo de infancia, Plebe, aunque únicamente la primera mantiene como personaje una cierta solidez, en especial cuando Napoleón es víctima de un brote psicótico fruto de una “esquizofrenia residual”.


Al mencionado protagonista el escritor le cierra todas las oportunidades de redención e incluso su desaparición y muerte quedan en una oscura nebulosa que el abierto final no resuelve. Añadamos que cada una de las breves y reiteradas secuencias adquieren un aire poemático, aunque su lirismo recurrente y de curso estático mantenga una honda pátina de enfermedad y muerte, de orfandad y fracaso; ambas claves, con los añadidos de pobreza y desdicha nos sitúan ante humildes gentes sin esperanza de futuro; esto es, inmersos en una cosmovisión que los condena. Tan adverso destino, con el que pugna también el simbólico y solitario tamarindo, está propiciado por el abandono y la violencia que se dan en ciudades y zonas desérticas, fronterizas y migratorias del norte mexicano.


Tanto la entraña dolorosa del reducido núcleo de personajes como el agobiante entorno que los inmoviliza son de una autenticidad y de un verismo de pura raíz mexicana, como lo es también su aciago destino. Todo ello se ve potenciado en el cuidado y bien medido trabajo lingüístico, que transmite plena reciedumbre verbal, popular autenticidad expresiva y domeñada contención en su oralidad áspera, cortante y sentenciosa, modélica en su parquedad. Es, en suma, este plano, el más interesante y original y el de más valor en esta “Y apenas nada”, donde ciertamente todo desaparece y, antes que después se lo lleva la Parca, otra referencia constante en la tradición del pueblo mexicano y en su literatura.


Rojas entra, por varias vías, en la narrativa que tiene en Juan Rulfo un obligado referente. En buena parte de su obra se ocupa de las gentes más necesitadas, anónimas y humilladas, desde una perspectiva crítica y conmovedora y en una línea intrahistórica vecina del indigenismo. De todo lo que hasta ahora conocemos de su obra, es Y apenas nada lo mejor; la de más sólida coherencia narrativa, eficaz tratamiento de la temporalidad y cruce de las visiones realista y fantástica. Hace lectores.

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