Los candidatos a la Presidencia de Argentina, el oficialista Sergio Massa y el libertario Javier Milei, se lanzan a una intensa cacería de votos cuando desde ayer restan dos semanas para la segunda vuelta electoral en el país.
Con vistas al tramo final de la campaña, ambos postulantes intensificarán sus visitas a distintos puntos del país, mientras en paralelo se alistan para el debate obligatorio del 12 de noviembre.
En los comicios del 22 de octubre, Massa, del frente peronista Unión por la Patria, obtuvo el 36,78% de los votos, y Milei, de la formación de ultraderecha La Libertad Avanza, logró el 29,99%. El foco de ambos equipos de campaña está en seducir a los votantes que en octubre optaron por otros candidatos.
En la primera vuelta, un 23,81% del electorado votó por Patricia Bullrich, candidata de la coalición opositora de centroderecha Juntos por el Cambio. Tras no lograr el pase a segunda vuelta, Bullrich y el expresidente argentino Mauricio Macri (2015-2019), ambos de Propuesta Republicana (Pro) –que integra Juntos por el Cambio–, anunciaron su respaldo a Milei. Su decisión dejó al borde de la fractura a la coalición: los otros partidos que integran el frente, liderados por la centenaria Unión Cívica Radical, rechazaron con dureza la inconsulta decisión de Macri y Bullrich y se declararon neutrales ante la segunda vuelta.
El respaldo de Macri y Bullrich a Milei también fue muy cuestionado por otros dirigentes del Pro, como el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, quien no comulga con las ideas del economista libertario. Pero también forzó a miembros de La Libertad Avanza a dejar ese espacio en desacuerdo con la decisión de Milei de sellar un acuerdo con Macri y Bullrich, parte de la casta política que el candidato libertario tanto denostó en la campaña.
Para el balotaje, Milei dejó de lado su discurso anticasta y ahora apunta al cambio y a derrotar al kirchnerismo, el eslogan que Bullrich adoptó para su campaña.
“El resultado continúa siendo abierto e incierto. Es difícil saber con certeza las consecuencias que pueda tener en el resultado la injerencia absoluta del expresidente en la comandancia de la campaña de Milei. Además de resquebrajar a Juntos por el Cambio, está generando fugas en el espacio libertario por haberse diluido la bandera anticasta”, apuntó la consultora Epyca.
El comportamiento de quienes votaron por Bullrich no está claro ante la segunda vuelta: según sondeos recientes, la mayoría optaría por Milei, pero un porcentaje no menor votaría por Massa y otra buena porción votaría en blanco. La incertidumbre también se cierne sobre el electorado que votó por Juan Schiaretti, del frente peronista disidente Hacemos Por Nuestro País, que obtuvo el 6,73% de los votos. Schiaretti ha sido crítico tanto de Massa como de Milei y proviene de Córdoba, una provincia donde predomina el voto conservador.
El otro núcleo de votantes es el de la izquierda: Myriam Bregman, que obtuvo el 2,70% de los votos, decidió no apoyar ni a Milei ni a Massa, pero su electorado, que por ideología rechaza el discurso libertario, podría en parte votar al ministro de Economía para intentar evitar un triunfo de La Libertad Avanza.
Desde el oficialismo refuerzan los mensajes de advertencia sobre los efectos del ajuste económico que pregona Milei y el perfil antiderechos y autoritario que achacan al libertario. Massa, además, insiste en que, de ganar, formará un “Gobierno de unidad”, al que sumará dirigentes incluso opositores.
Los esfuerzos de los candidatos también apuntan a captar el interés de quienes no acudieron a las urnas (el porcentaje de participación fue del 77,04%), a convencer a los aún indecisos (4,3%, según algunos sondeos) y a intentar cambiar la decisión de muchos ciudadanos de votar en blanco (cerca de un 5%, según encuestas) o no ir a sufragar el 19 de noviembre (2,5%).
En todos esos grupos del electorado está la llave para que uno u otro acceda a la Casa Rosada el próximo 10 de diciembre.