La primera ministra británica, Liz Truss, dijo ayer que es una “luchadora y no una desertora” y no dimitirá, a pesar de las consecuencias negativas para la economía de su ya anulado plan fiscal y de haber perdido autoridad dentro del Partido Conservador y en el Gobierno.
Truss optó por el ataque como mejor defensa en su comparecencia semanal ante la Cámara de los Comunes, cuando, con voz y gestos asertivos, cargó abiertamente contra la oposición.
Preguntada por el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, por qué sigue en el cargo tras haberse visto forzada por sus propios colegas conservadores a anular su estrategia económica, argumentó que actúo “en pos del interés nacional”.
La primera ministra dijo que en sus menos de 45 días de mandato “ha hecho más” que Starmer en sus dos años como líder laborista y le acusó de “no tener un plan económico” y de apoyar “a los sindicatos militantes” que actualmente preparan huelgas.
Por otra parte, Truss volvió a disculparse por los “errores” cometidos desde que asumió el cargo el 6 de septiembre pero reiteró que su prioridad es cumplir con los ciudadanos.