Intrépidas que abrieron camino, un ejemplo para romper más barreras

Intrépidas que abrieron camino, un ejemplo para romper más barreras
El coloquio se llevó a cabo en la capilla del Torrente Ballester | jorge meis

Anita Sánchez es una de los cuatro prácticos militares del Arsenal. Como ella decía ayer, en el Torrente Ballester, ayuda a atracar barcos muy grandes en sitios muy pequeños. Es capitán de corbeta y haber comandado un barco es un gran hito en su carrera, solo a la par del actual. “Es el trabajo de mi vida”, explica.
 

Patricia Meroño tiene 24 años y es teniente de la Guardia Civil, en donde ingresó directamente desde Selectividad para cursar carrera y máster específico. Es la segunda al mando, después del capitán, en toda la zona de Ferrol, Eume y Ortegal.
 

Begoña Rodríguez forma parte del comité de dirección de Navantia y es responsable de Mejora de Procesos y Calidad. Entró por oposición a operario mecánico y ha sido jefa de buque en dos de las fragatas noruegas y también en barcos australianos, un puesto que solo han tenido tres mujeres en la empresa y ninguna, hasta ella, para una marina extranjera.
 

Ana Isabel Ares dirige el Campus Industrial de Ferrol, es profesora titular del departamento de Física y Ciencias de la Tierra e investiga en el Grupo de Polímeros. Subraya en su carrera su licenciatura –“cumprín os desexos de meus pais, que son soldador en Navantia e ama de casa”– y su doctorado, que consiguió compaginando el trabajo en la empresa privada y ya con un hijo.

 

Autoexigencia

Las cuatro destacan en sus puestos por sus responsabilidades y también por desempeñar empleos tradicionalmente masculinos. Contaron ayer su experiencia en el primer acto de la programación del Concello por el Día Internacional de la Mujer. La periodista Araceli Pita guió una charla en la que salieron a la luz vocaciones tempranas o destinos fortuitos, el esfuerzo para lograr una carrera profesional y también las barreras que se han tenido que romper para poder llegar a donde están.
 

“Soy de la segunda promoción que entró en la escuela naval”, recordaba Anita Sánchez. “Nosotras éramos cuatro, antes había habido una sola, Esther Yáñez. Salimos juntas, llegamos a los barcos por primera vez y no había mujeres”. En la Armada la carrera está muy programada, “el que quiere llegar arriba tiene que pasar por los mismo estadíos, sea hombre o mujer” y ella los ha ido cumpliendo. Hay también medidas de conciliación establecidas en múltiples normas “y nos vamos apañando, los barcos siguen saliendo”.
 

En la Universidad las trabas están, explica Ana Isabel Ares, en los períodos en los que las mujeres pasan por la maternidad o asumen cuidados de hijos o mayores. Eso lastra sus carreras investigadoras o sus posibilidades de tener puestos de responsabilidad. “Para as mulleres é máis difícil chegar a catedrática, a porcentaxe é dun 30%, porque tes que pasar unha serie de acreditacións e as mulleres teñen certos periodos na vida nos que todavía hai dificultades para atender ás clases, á investigación e á familia”.
 

En Navantia, el porcentaje de mujeres es del 16%, apunta Begoña Rodríguez. Todas las operarias que la han precedido, desde un tiempo en el que no tenían ni vestuario, son referentes en un día a día en el que se esfuerzan por igual hombres y mujeres. “Entré a Navantia por oposición y tuve que hacer el mismo esfuerzo físico que mis compañeros”, comenta. “Puede ser que tengamos nosotras mismas la losa de tener que ser perfectas para no mostrar debilidad”. 
 

Patricia Meroño es hija de marino pero no tenía ningún Guardia Civil en su entorno y echó en falta una figura femenina en la que fijarse. Ahora, ella es la inspiración para su hermana, que saldrá de la academia en breve. No ha percibido discriminación pero cuando escucha las historias de las pioneras da más valor al camino que se ha recorrido. “Siempre va a haber una persona que va rompiendo esas barreras”.

Intrépidas que abrieron camino, un ejemplo para romper más barreras

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