Iniciada la rehabilitación de la Casa de los Casares tras diez años de abandono

Iniciada la rehabilitación de la Casa de los Casares tras diez años de abandono
Instantánea de 1897 que recoge el equipo médico y auxiliar en la primera cesárea realizada en Galicia, a cargo del doctor Javier Casares Bescansa | archivo de la autora

Los amantes de la Historia de Ferrol se lamentaban del deterioro de una casa tan imbricada en la cultura ferrolana. Por fin, tras más de una década de abandono, los propietarios y un prestigioso empresario han cerrado el acuerdo de rehabilitación del edificio, manteniendo totalmente su identidad histórica y artística, pero dotándola de todas las comodidades modernas.
La vivienda, de privilegiada ubicación en la hermosa Plaza de Amboage, junto a la iglesia de Dolores y frente al añorado “redondel,” no ha sido una vivienda más del barrio de la Magdalena. Fue escenario de importantes acontecimientos que forjaron la identidad de la ciudad y de interesantes capítulos histórico-científicos poco conocidos.

El Barrio de A Magdalena
El proyecto de su construcción se remonta al reinado de Carlos III, cuando se crea el gran barrio residencial, nexo de unión entre Ferrol Vello y Esteiro.
Una estructura simétricamente parcelada, formada por módulos de idénticas dimensiones y dos amplias plazas articulando el conjunto. Viviendas que responderían a un nuevo concepto urbanístico, en el que primaría la calidad para ser ocupado por las familias de mayor posición- Una rígida segregación, que marcaría la vida social de la ciudad hasta la Transición.

Los Casares-Bescansa
La edificación comienza su edad de oro con la llegada a Ferrol de Javier Casares Bescansa.
Dentro de las relaciones endogámicas de la burguesía gallega del siglo XIX y XX, la saga compostelana Casares Bescansa se distingue sobre las demás por su importancia académica y científicas. Un complejo entramado familiar que surge a raíz de dos patriarcas singulares: el destacado centífico Antonio Casares, y el empresario navarro Fermín Bescansa, primo de Espoz y Mina, afincado en A Coruña.

Tres enlaces entre vástagos de las dos familias que a la vez emparentarían entre sí, sumado a un segundo matrimonio de Antonio Casares con una Gil Villanueva hemana de su nuera, de la que surgiría la rama Casares Gil y Gil Casares, que unirán sus apellidos con guión., complican aún más las líneas de descendientes.

Entre los logros de esta saga están la publicación de grandes estudios y manuales científicos, la primera aplicación de la luz eléctrica en Galicia, el primer experimento de la anestesia en Europa y el segundo del mundo, la datación de los huesos del apóstol Santiago- por lo que Su Santidad otorgó un marquesado a esta familia-, el descubrimiento del flúor en los géiseres del parque de Yellowstone, el Diccionario Etimológico Casares, la primera catalogación de las aguas de Galicia, la creación de la moderna briología ibérica, el descubrimiento de nuevas especies botánicas o ser la familia con más catedráticos de España
Otras curiosidades dignas de señalar son el tratamiento de la tuberculosis a Rosalía de Castro, formar parte de la Casa de la Troya, la intensa correspondencia con grandes científicos como Einstein o Pasteur, o la empresa Televés. Varios miembros de la familia han sido rectores de la Universidad de Santiago, el último de ellos Juan Casares Long.

Primero de su promoción
Abriendo el siglo XX, Javier Casares Bescansa fue el número uno de su promoción de Medicina, obteniendo el Premio Extraordinario Fin de Carrera. Su familia se caracterizaba por la formación internacional, el dominio de idiomas y la praxis científica, lo que le llevó a participar en numerosas prácticas punteras desde que era estudiante, entre ellas las primeras cesáreas del mundo.

Ingresó en la Armada y fue destinado a Ferrol, ciudad en la que se estableció. Se casó con la ferrolana María Dolores Fontenla, muy vinculada a la Orden de los Servitas, propietaria de la capilla de Dolores. Adquirió en su totalidad la casa de su esposa, medianera con la iglesia. Desde esas fechas hasta hoy ha sido propiedad de la familia.

Javier Casares se convertiría en uno de los personajes más emblemáticos de su época, casi un humanista del Renacimiento, y uno de los mejores médicos de Europa, además de un gran filántropo.
Miembro de Sociedades Científicas europeas, el servicio postal llevaba a la casa de Amboage cartas de especialistas de todo el mundo que consultaban sus certeros diagnósticos, tanto en el ámbito estrictamente médico como en el científico en general, carteándose entre otros con Bayer, el cirujano inglés Lister, pionero de la asepsia, Rubio y Galí, o el bacteriólogo alemán Friedrich Löffler. Por confluir en él las condiciones de científico y lingüista –era un filólogo reputado que hablaba más de diez idiomas– hizo que un día llegara también a la casa el requerimiento para formar parte de la comisión europea de la búsqueda de la lengua universal. A él se le encomendó la creación de los términos científicos de la versión perfeccionada del esperanto. En Ferrol hubo un interesante círculo esperantista, del que formaba parte, entre otros, Matías Usero.

Su erudición científica iba aparejada con la aplicación práctica del servicio a los demás y estaba muy sensibilizado por la gran incidencia de la tuberculosis. Crea para combatirla el Yodovitamín Casares que se convirtió en una de las fórmulas magistrales de mayor difusión en toda Galicia.
Durante años se recordó la llegada de una inmensa caja de madera a la casa de Amboage que contenía la máquina de Rayos X. Llegaban por primera vez a Ferrol, enviada por su primo Miguel Gil Casares. Allí, junto a su joven hermano Santiago, también médico militar, se dedicaron a analizarla a fondo. Ambos hermanos se convertirían en grandes defensores de su uso, sobre todo en los barrios más desfavorecidos de la ciudad, los más castigados por la enfermedad.

Boy Scouts
Su lucha personal contra las infecciones bacterianas le hizo insistir en la necesidad de la profilaxis y potabilización del agua de Ferrol. En la casa de Amboage organizó larguísimas reuniones de ingenieros y científicos buscando cómo potabilizar el agua de la ciudad, algo que al fin consiguió, lo que salvaría centenares de vidas.
Deseando inculcar a la juventud los valores cristianos de servicio a los demás y otros tan actuales como el amor a la naturaleza y a las actividades deportivas, asumió la Jefatura en Ferrol de los exploradores de España (Boy Scouts). Baden Powell fundador mundial de los Exploradores –con quien mantuvo una intensa correspondencia que también llegaba a la casa de Amboage– le pidió personalmente que ocupara la Jefatura en España, pero Casares la rechazó dadas sus múltiples ocupaciones.
Aun así, fue el autor del “Manual de Instructores” de 1924, hoy un clásico de la bibliografía del escultismo, que se difundiría por todas las comunidades escultistas del mundo y, por ello, Badén Powell le concedió el Lobo de Plata, máxima condecoración que se ha otorgado a muy pocas personas en el mundo, entre ellas tres reyes.

Semana Santa Ferrolana
Aunque de origen medieval, la actual fisonomía y personalidad de la Semana Santa Ferrolana es consecuencia directa de la transformación que sufre la Cofradía de Dolores en la inmediata posguerra, una reinventio también ideada por Casares Bescansa.

Con la Cofradía de Dolores tenía muy estrechos vínculos, ya que su esposa era la camarera de la Virgen de Dolores, al igual que lo habían sido su madre y abuela, y en esta vinculación está su proyecto de renovación, que llevó a cabo junto a sus hijos y con la ayuda inestimable de personas que trabajaron junto a él, destacando entre ellas Pedro Castro “Perucho” y Emilio Feal.

La labor intelectual correspondió a Javier, que puede considerarse de forma categórica “el ente pensante”. Su hijo José María se encargó de la logística y la parte estética y, por último, Demetrio se encargó de la organización y representación, aunque la longevidad de este último, ya que sobrevivió décadas a su padre y hermanos, hizo que el imaginario colectivo ferrolano solapara las tres figuras y se le atribuyese todo a él. Desaparecido el insigne doctor, la casa siguió siendo un símbolo en al ámbito cofradiero. Posteriormente, el hijo de Demetrio, Tito, en el proceso de decadencia de los 70 –que parecía irreversible–, consiguió contra viento y marea reflotarla y recuperarla para la posteridad.

Hildegart
Como su familia compostelana y gran parte de los científicos de la época, como Marañón, Javier Casares Bescansa era un entusiasta de las teorías eugenésicas y de la contracepción, de las que dejó numerosos escritos.


Por la estrecha relación que mantuvo con los Hermanos Usero, conoció personalmente a Aurora Rodríguez, que visitó la casa de Amboage en varias ocasiones muy interesada en las teorías eugenésicas que preconizaba Casares. De esa filosofía nacería Hildegart.
Javier Casares Fontenla, hijo de Casares Bescansa, era vapitán médico especialista en enfermedades venéreas y también un firme defensor de la eugenesia y contracepción.
Conferenciante prohigienista en toda Galicia, atendía periódicamente por caridad, junto al sanitario Pedro Castro “Perucho”, a las prostitutas ferrolanas. En relación a este asunto fueron personalmente consultados por Aurora Rodríguez en repetidas ocasiones.

Casares Quiroga
Siendo casi adolescente, Hildegart publicará “El problema eugénico”, “La limitación de la prole”, “Profilaxis anticoncepcional. El control de la natalidad”, “Cómo se curan y cómo se evitan las enfermedades venéreas” y “La prostitución y sus consecuencias”. Libros muy adelantados en su tiempo, pero experiencias que difícilmente habría vivido la joven Hildegart, por lo que los testimonios de Casares Fontenla y Perucho Castro fueron cruciales para que pudiera escribirlos.
No hay constancia de visita alguna de Casares Quiroga a la casa. Sin embargo, debido a su parentesco, un día el portal de Amboage y la farmacia amanecieron llenos de cocas como protesta a la reforma que incluía la supresión de la coca en el Cuerpo General de la Marina, que se consideró una afrenta.

Otros personajes
También allí habitaron curiosos personajes. El legendario Cucuyo, el del Jofre, quedó bajo la tutela de Casares cuando quedó huérfano, y éste lo alojó en el bajo de la casa contigua.


En el desván estuvo de caridad asilada la singular Lola de los Gatos. Años más tarde en el bajo vivió Agustín Picado, asistente de Casares que en sus últimos años trabajó en el establecimiento de Juan Portela, pionero de la radiotelevisión en la ciudad. En el tercer piso vivían tres sobrinas, Chucha, Maruxia y Quena Fontenla, muy recordadas en la sociedad ferrolana por su parentesco con familias ilustres, solteras de “vestir santos”, nunca mejor dicho, ya que asistían como camareras de las imágenes de Dolores.
En el cuarto piso –su hijo Javier Casares Fontenla elevaría una planta para casarse con Dolores de Artíñano– y moriría tempranamente.

Por su extraordinaria humanidad el desaparecido Sanatorio San Javier llevó su nombre. Más tarde habitó allí una de las nietas del doctor, Isabel, de las primeras mujeres catedráticas de Matemáticas de Galicia con su marido el poliédrico Manuel Luis Fidalgo, colaborador entre otros de Ferrol Diario, que aporreaba su máquina de escribir en la galería escribiendo artículos en diferentes idiomas sobre arte ferrolano, los petroleros de Ferrol o el Camino de Santiago. En su piso recibía a numerosos pintores y también hizo leyenda en la ciudad cuando descubrió un Goya.

Numerosos episodios que pertenecen a la memoria colectiva, sucedieron en la casa de Amboage. Algunos de primer orden en la historia de Ferrol y otros, menos brillantes pero igual de valiosos, porque pertenecen a la intrahistoria que teje la urdimbre humana de la ciudad. Una casa que afortunadamente seguirá en pie muchos años y podrá ser disfrutada por sus nuevos ocupantes.
*La autora es doctora en Historia

Iniciada la rehabilitación de la Casa de los Casares tras diez años de abandono

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