La galería cofrade de Justo Brotons, el capuchón que guardó el legado de la Semana Santa de Ferrol

Su hijo abre a este periódico el mítico espacio donde él, fallecido hace un año, “jugaba” a la Pasión ferrolana
La galería cofrade de Justo Brotons, el capuchón que guardó el legado de la Semana Santa de Ferrol
Justo mostrando la foto de su padre con el hábito del Ecce Homo y su "Chuchiño" al lado en la galería cofrade de la calle Coruña | Jorge Meis

Fue la historia de amor cofrade que emocionó a todo Ferrol en la pasada Semana Santa. El hijo de Justo Brotons había alquilado una habitación en El Suizo para que su padre, con un cáncer terminal, viese por última vez las procesiones a las que había dedicado gran parte de su vida. Falleció pocos días después, el 16 de abril, pero su vástago se las ha ingeniado para mantener vivo su legado a través de “Cronología de una pasión”, el proyecto con el que está sacando a la luz el ingente archivo que atesoraba su progenitor en la galería del piso en el que vivió al final de la calle Coruña. Un espacio emblemático que ahora abre para Diario de Ferrol en su memoria.


Aunque nacido por accidente en Maniños, donde “veraneaban” sus padres, Justo era “ferrolano de pura cepa”, dice su hijo, mostrando un rincón minúsculo en el que se agolpan las réplicas de tronos, los capuchones de colores, las fotos y casi cualquier objeto que una se pueda imaginar siempre que tenga una relación con la Semana Grande. De hecho, llama la atención un bloque de madera en el que están las placas que señalaban las tomas de corriente de los hachones y los tronos de las Angustias, por poner solo un ejemplo.

 

 

“Mi padre entró de aprendiz en Bazán con 16 años y salió prejubilado con 55; su primera cofradía fue la Paz [hoy desaparecida], pero su verdadera pasión fue el Ecce Homo, de la que fue fundador y llegó a ser prioste, y la imagen a la que llamaba cariñosamente ‘Chucho’”, señala su hijo, afirmando que a su padre siempre lo recordará en aquel espacio “jugando a la Semana Santa”. 

 

De hecho, cuando él mismo era un bebé, lo dormía por el pasillo al ritmo de los tambores que reproducía él mismo cuando lo tenía en el colo: “Mi madre decía que cómo no me iban a gustar el tambor y la trompeta si los escuché desde recién nacido. Aquí las marchas sonaban todo el año”, valora Justo, al que llamaron siempre Tito para distinguirlo del sénior.

La galeria cofrade de Justo Brotons (Jorge Meis) (3)
Decenas de tronos y capuchones pueblan la galería | Jorge Meis

“Hace 20 años murió mi madre y él se refugió en todo esto”, rememora, precisando que fue ella quien le animó a empezar la colección de recortes de periódico cuando el obispo Araújo prohibió las procesiones a comienzos de los setenta: “Todo lo guardaba y se quedó con mucha documentación que la gente iba a tirar a la basura. Está todo aquí”, dice Justo orgulloso del gran archivo atesorado.

 

Una colección única


De guardar documentos y diarios pasó también a grabar cintas de casete y después vídeos, materiales de gran valor para explicar la intrahistoria de la Pasión ferrolana que su hijo está compartiendo en las redes sociales: “Empecé como un homenaje, pero lo que me está gustando muchísimo es que me da la impresión de que estoy en contacto con él”, admite.


Así, no pudo evitar la emoción al encontrarse con las voces de sus padres de procesión hablando de que viene su hijo “redoblando” en la banda —empezó en la de las Angustias y los Granaderos, siguiendo por prácticamente todas las bandas ferrolanas hasta cofundar el Cristo de la Buena Muerte—: “Él no enseñaba nada de esto porque le daba vergüenza, era muy tímido”, asegura.

 

 

La Semana Santa de un “capillita” de este calibre empezaba los días anteriores, en su galería, sacando lustre a los tronos, y el primer día de procesiones llamaba a su hijo: “Tito, levántate, es Domingo de Ramos y luce el sol. Vamos a buscar el primer capuchón”, como recuerda también en el artículo que escribió sobre su padre en la revista de la Junta. 

 

Ya por la tarde, después de comer fuera de casa, se encerraba en la galería a recitar los poemas que le inspiraba su “Chuchiño”, “y se emocionaba de tal manera que mi madre no me dejaba entrar; pero no sabría decirte de dónde le venía esa devoción. Sí es cierto que uno de los momentos más bonitos los vivimos yo en Granaderos y él volviendo a guiar al Ecce Homo, salimos los dos juntos. De hecho, este año yo lo portaré como homenaje a él”.

 

 

Brotons era de los que veía las procesiones por los dos lados y no se perdía las recogidas, pero después de la del Cristo de la Misericordia iba con su mujer a tomar algo y al niño le pedía también “una copa”: “Me ponían una de balón, con hielos, y un zumo de melocotón. Era increíble y me quedará grabado”.

 

El “eterno presidente”


Si con algo se identificaba era con ser un “capuchón ferrolano”, pero “lo que más feliz le hacía en los últimos años era El Cirio Apagado”, explica su hijo. Se trata de la tertulia cofrade que fundó junto “al otro loco ‘capillita’ de la Semana Santa, igual que mi padre, Eduardo Alonso Barajas. Empezaron como una broma porque quedaban a tomar un café y hablaban de cofradías; pero la hicieron de forma legal, con sus estatutos... El nombre significa que, cuando la fundaron, ninguno tenía cargos ni estaban dados de alta como cofrades, así que habían apagado el cirio”.

 

 

Cuando Brotons falleció, le enviaron al tanatorio una corona dedicada al “eterno presidente de El Cirio Apagado” y a su hijo le gustó tanto que se lo grabó en su lápida de Catabois. “Yo antes iba menos a la tertulia, pero ahora voy todos los sábados porque es como si me encontrara con él”, dice Justo, destacando que su padre “nunca se fue de Ferrol en Semana Santa. Le apetecía conocer otras, pero como no podía estar en dos sitios a la vez... Y esta, que no se la tocaran. Cuando la criticaban decía que sí, que se podía mejorar, pero que era la nuestra. Estos días era realmente feliz, le cambiaba el semblante... La felicidad que tenía encima era increíble. Y, mira, esta es su historia, la de su gran pasión, su amor, guardado en esta galería”. 

La galería cofrade de Justo Brotons, el capuchón que guardó el legado de la Semana Santa de Ferrol

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