Después de quince años, la Bienal de Arte de Pontevedra acaba de ser inaugurada bajo el lema “Volver a ser humanos. Ante el dolor de los demás”. Entre los 60 artistas participantes, tan dispares como Goya (1746-1828) y Yasmeen Abdullah (1992), se encuentra el ferrolano Gabriel Tizón, que, ante una calificación habitual, se define con un matiz: “fotógrafo contra la guerra”.
Esta muestra permanecerá hasta el 30 de septiembre por distintas sedes, como el Edificio Castelao, en el que el creador local expone cuatro imágenes capturadas a lo largo de los tres viajes que emprendió en 2022 a distintos puntos de Ucrania. Dos de las fotografías dialogan entre ellas, de manera que se evoca “el antes y el después”: soldados bendecidos antes de ir al frente por un lado y por otro, una cruz en la nieve que sirve de sepultura para un militar.
Relacionada en cierta medida, otra de las fotografías retrata a una mujer, en el momento en que aún no se sabía si entrarían las fuerzas rusas o no, que mira con miedo al mismo cielo que para muchos significó siempre esperanza. Para terminar, un paisaje totalmente destruido trata un tema del que “poco se habla, o casi nada, del daño medioambiental: es tremendo”, valora Gabriel Tizón, dejando a un lado esta vez a las personas que suelen ser protagonistas al contar este tipo de historias, como víctimas y políticos, aunque focalizando en un elemento inherente a la vida humana.
“En una guerra nunca he visto ni buenos ni malos, lo que veo es odio”, que se genera a través de una infinidad de formas, no solo de la violencia directa. Según el fotógrafo, detrás de estos conflictos está el negocio de contadas personas y “las víctimas somos las de siempre”.
En cualquier caso, el ferrolano no quiso “caer en el espectáculo de la guerra” porque “imágenes directas, por desgracia, hay millones cada día”. Así, visibiliza una situación que actualmente se agrava porque “los focos informativos están en otro lado, en Oriente Medio, y estas semanas están siendo especialmente duras”, transmite. Con la atención mediática puesta en un solo punto, y no se refiere únicamente al territorio ucraniano, “es el momento de poder hacer barbaridades”, tanto por los propios intereses políticos, señala Tizón, como porque ya se están llevando a cabo en el lugar que “toca” contemplar: “un genocidio ni más ni menos”.