Que la calle de la Iglesia, tras su reforma, se haya convertido de una de las zonas más cotizadas de Ferrol —en casi todas sus manzanas solo hay “acera de los listos”, con mucha luz y vistas impresionantes al Arsenal— ha propiciado que se multipliquen las rehabilitaciones y que los bajos comerciales vuelvan a la vida, siendo el mercado de A Magdalena uno de los grandes beneficiados.
Así, al abrigo de la plaza de abastos ha venido creciendo un ecosistema hostelero que está consiguiendo atraer a ferrolanos y visitantes, incluyendo una “escala” en el entorno del mercado cuando buscan opciones para tomarse un vermú, una caña o un vino, propuestas que se ofrecen junto a los cafés más madrugadores al otro lado de la barra de cuatro establecimientos: el Cafetín Amor, El 21 Café, Da Terra y Juanocho.
El próximo mes de noviembre, Amor Pérez y Wilder Rúa cumplirán una década levantando la persiana de su pequeña cafetería, instalada en el remodelado espacio dedicado al Rancho da Praça e Rendilleiras de Vila do Conde, donde estuvo mucho más tiempo del previsto la nave provisional y, una vez que se concluya el proyecto de “Abril Ferrol al mar”, será una de las zonas con mejores vistas de la ciudad.
La hostelera, aunque actualmente se encuentra de baja, es la más veterana del mercado y sigue echando de menos “que haya sitios en los que se prepare comida porque sigue sin haber cocina, como sí la había antes en Juanocho, y es fundamental poder cocinar para que haya una dinamización”.
En su caso, llegaron a abrir la puerta a las cinco de la mañana, pero ahora lo hacen tres horas después porque “hay menos gente por la mañana”. Con terraza soleada y un parque infantil a pocos metros, sí echa de menos alguna que otra sombra que haga más confortable la estancia a una clientela que no deja de crecer.
En septiembre del pasado año, Óscar Lorenzo pudo inaugurar su segundo establecimiento hostelero, el primero en la plaza: El 21 Café. Se trata del único que hay ahora en el interior de la nave en la que se trabaja la carne y la verdura. “Nos vamos manteniendo”, analiza cuando se le pregunta por el balance del negocio, valorando además que “no me creo que nadie esté contentísimo aquí, vas cubriendo gastos”.
Cree que se beneficiarían más si los bares estuviesen menos dispersos y apunta a que el reto pasa por conseguir atraer a más gente aunque, a priori, no vengan a la compra: “Ahora, el 90% son clientela del mercado y se trata de procurar que vengan más atraídos por la hostelería”, añade el también presidente de la asociación de placeros, que estrenó su cargo el mes pasado.
En ese contexto, como representante del colectivo, lamenta que el proyecto del gastromercado no parezca todo lo ambicioso que les gustaría y, sobre todo, se queja de los tiempos. “Lo veo todo muy lento porque, entre otras cosas, tendrían que dotar al espacio de servicios como la salida de humo y, a corto plazo, no creo que puedan hacerlo”, incide.
Frente a las dudas de Lorenzo, Angélica Gallegos Rey tiene la certeza de que abrir Da Terra ha sido todo un acierto. Fue el pasado mes de noviembre cuando colocó por primera vez su encantadora terraza mirando a San Julián, contando con su hermana Rosa en el equipo. “El balance es muy positivo. Y no solo económicamente, sino también a nivel personal. Estoy emocionada por la acogida de vecinos y placeros”, expresa.
Ella, que tomó por primera vez una bandeja como camarera cuando tenía 17 años, es vecina de la calle de la Iglesia, “la mejor de Ferrol”, y asegura que “hemos tenido una gran acogida con gente joven y mayor, todo tipo de público”. Entre sus virtudes, enumera “un café muy rico” que engancha a quien lo prueba, pero también “desayunos dulces y salados con productos del mercado, como el jamón o el tomate”.
Consciente de que están siendo una pieza fundamental a la hora de darle ambiente a la zona, afirma que “nos encanta cambiar la imagen de la plaza. Yo soy superoptimista y siempre que viene gente preguntando por espacios trato de darles ideas porque quiero que se abran cosas”, traslada, avanzando que en su caso será una bocatería la que vea la luz muy pronto en el local de al lado.
Rubén Darío Rodríguez Fabal es el último de los hosteleros en llegar, aterrizando recientemente a los mandos de Juanocho, al que ha hecho un lavado de cara, pero guardando la esencia del mítico establecimiento. Su proyecto pasa por apostar por las tardes, especialmente los viernes, sábados y domingos, enumera este artista metido a barman que, no obstante, ha impregnado de personalidad el espacio.
“Estoy muy contento”, resume, adelantando que está trabajando para celebrar “showcooking” con productos del mercado próximamente, y reconociendo que poder abrir su negocio supuso un proceso “lento y tedioso”. Con todo, su clientela “ecléctica” podrá contemplar junto a él cómo “está cambiando la calle. Y yo lo estoy viendo en tiempo real y me hace feliz. Ahora hace falta que la gente nos vea como una zona para parar”.
Y eso es, precisamente, lo que desea también la concejala Maica García Fraga, que tiene el área de Mercados entre sus responsabilidades. “Todos estos negocios están dándole vidilla al mercado”, valora, aplaudiendo que se hayan establecido en la zona porque “la gastronomía en general y la hostelería en particular mueven mucho a la gente”.
Señala que ya se ha reunido con la nueva directiva y que está ahí “echando una mano y apoyando, desde las pequeñas cosas a los proyectos más grandes”, deseando que, como ocurre en otras ciudades, en Ferrol tomemos como costumbre comprar en la plaza y, de paso, tomar allí un “guarisnais”.