Los primeros días de la campaña de zamburiña que arrancó el viernes pasado tras más de dos meses sin poder extraerse debido a los altos niveles de toxina PSP están resultando más discretos de lo que se preveía. Aunque las muestras previas –de finales de abril– habían anticipado esta situación, la salida de las primeras embarcaciones ha confirmado la existencia de menos bivalvo de talla comercial.
En estos momentos, menos de la mitad de los barcos con arte de rastro de vieira en la ría –son 13– están trabajando en la campaña. Uno de ellos es Alberto Pardo, del “Coviña”, que reconoce que “no contábamos con que fuese tan floja”, sobre todo después de que el año pasado tuviese que interrumpirse a finales de mayo por la alta mortandad, ocasionada, según parece, por las riadas del otoño-invierno anterior.
“Hay mucha zamburiña pequeña, pero poca de talla comercial”, subraya Pardo, que recuerda que para “proteger el recurso se decidió no solo bajar a la mitad el tope de capturas –de 20 a 10 kilos– sino también aumentar el tamaño mínimo, desde los 40 a los 45 milímetros.
“Incluso hay bastante que está en los 42, 43 y 44 milímetros”, dice, “pero eso también es un contratiempo porque nos obliga a echar mano todo el tiempo del escantillón”.