La noche naronesa sucumbió a los ritmos gracias a la primera edición del Trasancos Rock

A Revolta acogió ayer la primera edición de un festival que agrupó en el municipio a grupos de rock y punk de todo el país
La noche naronesa sucumbió a los ritmos gracias a la primera edición del Trasancos Rock
El público del Trasankos Rock, entregado a los conciertos I DANIEL ALEXANDRE

La apertura del recinto a media tarde ya dejaba intuir que la primera edición del Trasancos Rock no iba a ser la última. Allí, los fieles al rock y al punk de la zona, más otros venidos de lejos, esperaron por las actuaciones que entremezclaron a locales y visitantes en un escenario que, sin duda, cumplió las exigencias de un público más que expectante. 


La zona de camping poco tenía que envidiar a la milla de oro del distrito de Salamanca, en pleno centro de Madrid. El despliegue de tiendas de campaña con sus respectivas mesas, sillas, todo tipo de manjares y brebajes, anunciaba que los asiduos a la música no le tienen miedo a dormir fuera de casa. Tampoco a los kilómetros, ya que unos metros más allá, las campers y autocaravanas hicieron suya una de las explanadas habilitadas. Con la casa a cuestas, nunca mejor dicho, y las ganas por escuchar a grupos de la talla de Arpaviejas –más que renombrados dentro del punk, esta agrupación catalana poco se deja ver por las tierras gallegas–; Tropa do Carallo, con la más que consagrada presencia de Evaristo Páramos o de los compostelanos Lenincat, que han recorrido una parte más que notoria de la geografía, esperaban los cientos de “rockeros y punkarras” que hoy hacían hueco para un festival que nace, y después de lo que demostró, que posiblemente se consagre. 


El público


Muchos de los que se dejaron la voz durante la pasada noche venían de cerca. Sonia Fernández, por ejemplo, es de Fene y no se pensó un minuto en acudir a la cita. “Normalmente nos tenemos que ir más lejos para poder disfrutar de la música que nos gusta. Realmente no hay muchos festivales de la zona que opten por estos géneros”, recalca, pero barriendo para casa pone en valor el Fenerrock, “que siempre es una cita indispensable en mi calendario”, ríe. Ella no iba sola. “Iba a venir con mi pareja, pero empezamos a hablar con otros amigos y ya ves, al final somos casi 20 personas”, comenta entre risas y arropada por el calor de unos amigos que, como explican, “nos vemos poco, pero las bandas sonoras suelen ser inmejorables”.

 

 

 


Dentro de este grupo estaba Marcos Couto, uno de los que estacionó su casa móvil en el aparcamiento. “Desde Lugo”, su residencia habitual, “no hay tanto, pero lo suficiente como para no querer volver en el día. Tener un sitio tan bien acondicionado está súper bien, incluso para los que son de aquí y no se tienen que preocupar si, por un descuido, se beben dos cervezas de más”, explicó el lucense.


Hubo quien se apuntó en las últimas horas. “Compramos la entrada hoy mismo” (por ayer), comenta una pareja de la ciudad naval. “Por trabajo no sabíamos si podíamos, pero el festival estaba más que mirado”. Ellos se animaron a ir con su hijo quien, a sus catorce años, reconoce que no es demasiado fan de este estilo de música, pero “era mejor que quedarse en casa”, confiesa. 

 

 

 


Este es otro punto fuerte del Trasankos Rock, y es que no entiende de edades. Sin embargo, saben mucho de pasarlo bien, disfrutar y hacer comunidad, una en la que la insignia es el buen ambiente que se dejó ver ayer en A Revolta a pesar de que el cielo amenazaba con probabilidad de lluvia.


Ahora, apenas unas horas después de bajar el telón, cuando muchos de los presentes aún siguen curando la resaca, el público ya empieza a pedir un bis. 

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