Unas sanciones que son insuficientes

Unas sanciones que son insuficientes
Una mano emerge de una fosa común hallada tras la salida de las tropas rusas | efe

A estas alturas, que Rusia le haya prohibido la entrada es tal vez el menor de los problemas a los que tiene que hacer frente Boris Johnson, de nuevo en la picota por las fiestas organizadas en su residencia oficial durante la pandemia. Pero también es un gesto del poco margen de maniobra que tiene Putin para contestar a las sanciones que le llegan desde Occidente. Lo normal sería que el presidente ruso, dado lo chulo que es, optara por cortar el envío de gas y petróleo a esos países que tan mal lo tratan. Pero no lo hace porque, ahora mismo, esas divisas son las que le garantizan la supervivencia. Mientras el presidente ucraniano pide una y otra vez un paso al frente de Europa y que renuncie a esa energía con la que se está sufragando la guerra contra sus país, los responsables occidentales, sobre todo los de Alemania y Austria prefieren mirar para otro lado.

Unas sanciones que son insuficientes

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