Tampoco esperábamos mesura y contención por parte de Putin; ni siquiera un poco de prudencia, así que en el fondo los ensayos del desfile del Día de la Victoria, con esos 11.000 militares –ellos, aguerridos hombres del norte; ellas, espectaculares especímenes femeninos– y unos cuantos tanques cruzando la plaza Roja y un escuadrón de aviones sobrevolándola, nos parece hasta poco para lo que podría haber montado el líder. Que al fin y al cabo tiene que hacer una demostración de fuerza ante el enemigo Occidente y celebrar el triunfo sobre Ucrania. Luego ya verá cómo caza al oso.