LA aparentemente fallida invasión rusa corre el riesgo de eternizarse, convertida en una suerte de guerra de guerrillas en la que los mejor armados partirán con ventaja. Quizá por eso Putin está desesperado por cortar el flujo de material a Ucrania y ya hay expertos en seguridad que consideran que, movido por el ansia, podría incluso atacar alguna base de la OTAN en la que se esté preparando un envío. Suponen, eso sí, que este sería el último recurso, algo así como la declaración de guerra a Occidente. Una versión un pelín más salvaje que la de bombardear aviones y convoyes cargaditos de armamento, con la que quizá se sortease la entrada de EEUU y sus amigos en el conflicto. Todo depende de lo mucho que confíe el presidente ruso en que a los países occidentales no les interese lo más mínimo abrir la puerta a la Tercera Guerra Mundial. foTO: Una pancarta contra el conflicto en general | EFE