Cuánto hicieron aquellos veranos de Marivent, con la Familia Real al completo, por el turismo en las Baleares. Eran los tiempos de la “beautiful people” del PSOE, que entonces se sentía muy a gusto (más incluso que el PP) con la monarquía. Han pasado los años y ese mismo partido (bueno, uno con las mismas siglas) impidió ayer, con su abstención, que la princesa Leonor sea nombrada hija adoptiva de Mallorca. Al tiempo, ese mismo partido (bueno, uno con las mismas siglas) votó ayer con Bildu en el Parlamento de Navarra una moción que tacha a la monarquía de “corrupción sistemática” e “institución patriarcal”. Estas dos decisiones explican muy bien en qué se ha convertido esa formación. Un Sánchez a la desesperada ya mete al PP en el saco de la ultraderecha (algo que no le compra su votante medio), pero el que realmente está hecho un ultra es el propio presidente del Gobierno. En su pugna soterrada por comer el espacio político a Yolanda Díaz, su partido está comprando el pack entero de la ultraizquierda, activismo antimonárquico incluido.