Entre las muchas ventajas de vivir en provincias está la de mantenerse ajeno a ciertas modas de la capital. Como esa que parece que va ganando terreno entre la hostelería madrileña menos cañí de incluir la propina en la cuenta. Será por esas ansias de internacionalización –norteamericanización, concretamente– que tienen algunos. La cuestión es que en según qué local tenga uno la suerte de caer, puede encontrarse con un ticket en el que incluida con el precio de la consumición va esa propina que deja de ser un agradecimiento espontáneo para convertirse en una obligación. A lo mejor en Madrid, con tanto extranjero en sus terrazas, la iniciativa tiene recorrido. Pero por estas tierras mejor que no lo intenten. Primero, porque aquí los hosteleros pagan sueldos dignos; y segundo, porque de yankis tenemos poco. Y si dejamos una propina lo hacemos de corazón y sin calcular el porcentaje correspondiente. Obligaciones a nosotros, que nos pegamos por pagar la cuenta...