Cada 5 de enero se reúnen personalidades del mundo a la cultura y la política en el cementerio de Boisaca en Santiago, ante la tumba donde descansan los restos de Valle-Inclán. Ayer se cumplieron 88 años de la muerte del autor, creador del esperpento y tanta ácida crítica social, también sobre el mundo de la cultura y la política, por supuesto. Al personaje, incómodo e irreverente, se lo reverencia ahora, pero cabría preguntarse qué escribiría hoy y cómo describiría lo que cuentan las crónicas parlamentarias contemporáneas. Si Santos Banderas levantase la cabeza...