La verdad es que no hay manera con la gente que se dedica a ensuciar las paredes de los edificios, puertas de garaje y espacios públicos, etc. Tampoco hay que cargar las tintas, nunca mejor dicho, contra la chavalada, que ya los pobres cargan con más culpa de la que tienen. La suciedad es un problema que sufren todas las urbes, grandes y pequeñas. Estamos acostumbrados a ver garabatos que no aportan absolutamente nada, ni siquiera es arte, que tendría un pase. Lo único que se sabe es que los concellos, grandes y pequeños, se gastan un dineral que a veces no tienen en corregir los actos vandálicos de algunos personajes que, bote de espray en mano, dejan sus mensajes absurdos en las superficies privadas y públicas. Una huella de suciedad en toda regla. ¿Cómo solucionarlo? Muy complicado, salvo pillarlos y sancionarlos de forma ejemplar con multas económicas que cubran el daño a la propiedad. Lo cierto es que aquí la ciudadanía en general tendría que colaborar en denunciar este tipo de actos vandálicos.