Ya nos confesaremos

Ya nos confesaremos

Que Dios nos perdone, pero –muertos aparte— nos alegramos enormemente de que le hubiesen hecho un poquito la puñeta a Vladimiro. ¡Que sí, que le han roto una de sus súper obras favoritas, señores y señoras! Resulta que en 2014, el bueno del hombre –con la mejor de sus intenciones, faltaría más— anexionó a Rusia la península de Crimea que, casualmente, era de Ucrania. Dada su bondad sin límites y con el fin de que los anexionados no tuvieran que dar un rodeo para acceder a la madre patria, les construyó un mega cordón umbilical en forma de puente por el que abastecerse de vituallas, combustible y todas esas cosas tan necesarias para la supervivencia. Pasaron los años y Vladimiro consideró que lo anexionado no era suficiente para su gran país, de modo que se animó a anexionarse Ucrania toda. Empezada la guerra, el puente sobre el estrecho de Kerch se convirtió en objetivo estratégico, claro, porque ahora además de procurar abastecimiento a los lugareños de Crimea, también se lo procura al Ejército ruso. Los ucranianos ni confirman ni desmienten la desfeita del puente, pero están que no caben en sí de gozo. Es que, Vladimiro, tío, ¡te pasas anexionando!

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