la verdad es que somos muuuuy cochinos. El estar de fiesta no nos da derecho a dejar ciscadas por el mundo adelante 86 toneladas de basura. No, ni siquiera la disculpita de que no había suficientes papeleras o contenedores nos vale. Hay unas bolsas enormes –que los afortunados que tiene jardín utilizan para recoger la hierba– en la que caben mundos y moreas de botellas, raspas de sardinas, latas de cerveza, bolsitas de krispis, cáscaras de pipas, paquetes de tabaco, cigarrillos (apagados, claro) y muchas porquerías más. Tampoco cuesta tanto llevarse un par de ellas para meter la basurilla, ¿no? ¿Por qué dejarlo todo bien esparcidito para que el entorno no sea agradable para nadie? ¡Es que no nos queremos ni a nosotros mismos, pordió!
Según cuentan los que cuentan estas cosas, hemos batido todos los récords de cochinería nacional. En Barcelona, por poner un ejemplo, se han recogido “solo” 25 toneladas. Menos mal que nuestro servicio de limpieza también ha debido de batir récords y para las once de la mañana los arenales ya estaban como los chorros del oro.