Hay que valorar, y mucho, el papel que vienen jugando los vecinos en los problemas de la ciudad. Pero no solamente se trata de acciones vecinales, también de los colectivos profesionales. Ahí tenemos el ejemplo claro de los placeros de la plaza de Lugo, que han dado un paso al frente junto al vecindario, para oponerse a unas obras que el Ayuntamiento tenía planteado realizar en la zona. No son los únicos, seguramente tampoco serán los últimos, pero sí debería de servir para que los técnicos municipales de las distintas concejalías tomasen buena nota a la hora de plantear proyectos, que se discutan y debatan a fondo con vecinos y colectivos que pudieran verse afectados. No sería mala opción. Los principales quebraderos de cabeza que está teniendo el Gobierno local vienen por aquellas decisiones que se toman sin consenso y obtienen el rechazo total de los ciudadanos. Un problema con los que actuales mandatarios municipales se están encontrando en muchos barrios.