Las librerías de toda la vida tienen algo, sobre todo aquellas que mantienen la esencia de la venta de ejemplares aunque hayan tenido que adaptarse a los tiempos para sobrevivir. Tienen un olor característico y la sensación de que en ellas se puede encontrar el mundo. Esenciales son los libreros, esas personas que, quizá por estar rodeadas de la cultura plasmada en papel, rezuman sabiduría y una calma impropia de tiempos en los que el mundo discurre a velocidad supersónica. Ramón Domínguez y Tita Pintos, propietarios de la Librería Ramón Cabanillas de Cambados, se jubilan después de 35 años detrás del mostrador de un negocio al que accedieron tras un traspaso y que corre el riesgo de echar el cierre después de 50 años. Sería una pena que no se recogiera el testigo.