Cameron Díaz se alejó del mundo del famoseo y de la tiranía del físico que iba en el lote hace ya ocho años. Renegó del maquillaje y huyó de la agresión que suponía para su piel y ahora presume de vivir como un animal salvaje. Tanto, que asegura que ha dejado de lavarse la cara. Con suerte, un par de veces al mes se pasa un algodón impregnado en agua micelar. Las estrellas, aunque ya no ejerzan como tal, son así. Con ellas lo de la higiene es una cuestión de moda o de equilibrio espiritual o cosa semejante. Esperemos, por el bien de Cameron, que la dejadez no se extienda al resto del cuerpo.