Una jornada mirando al cielo

Una jornada mirando al cielo
Un cohete, subiendo hacia el espacio | efe

Como se ve que no tenemos bastante con los problemas internacionales a ras de suelo –la crisis económica, la invasión a Ucrania...– ahora también toca mirar al cielo. Cada día es una aventura. Cuando no tenemos al líder norcoreano jugando con sus misiles, tenemos a Corea del Sur o a Estados Unidos haciendo sus demostraciones de fuerza. Y, cada vez con más frecuencia, el aviso de que los restos de algún cohete se precipitan sin control desde el espacio. El último ha sido uno chino que sobrevoló la Península Ibérica, obligando a cerrar el espacio aéreo, y terminó por caer en el océano Pacífico. Lo peor es que no podemos achacar la peripecia a un fallo técnico o un error humano, es que la práctica habitual es esa:  en los últimos veinte años, cerca del setenta por ciento de los lanzamientos de cohetes y satélites incluyen la caída descontrolada de piezas. Porque nunca hay suficientes formas de destrozar el planeta.

Una jornada mirando al cielo

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