Visitar una ciudad y recorrer los barrios llenos de murales en construcciones en mal estado parecía hasta hace unos años cosas de urbes europeas hasta que se ha ido convirtiendo en algo habitual en todas las ciudades y pueblos. Parece indispensable tener algún mural para vencer el “feísmo”, por no hablar de los establecimientos que se abren casi con un mural bajo el brazo. Lo cierto es que esta “moda” puede acabar cansando, como esculturas en cada rotonda o personajes esculpidos en zonas verdes, paseos o sendas. Todo tiene su justa medida y por el momento el ejemplo de Canido demuestra que tiene mucho tirón y, por supuesto, mucho arte detrás Las Meninas han convertido al barrio alto en todo un referente de museo al aire libre, con prestigio y calidad. En Fene está pasando lo mismo y sus creaciones del Perla Mural Fest cumplen la misma función, aunque unos son más adecuados para recorrer a pie un barrio de paseo y otros para disfrutarlos de lejos y a lo grande.