Seguro que conocen a alguien, ustedes mismos, quizá, al que le cuesta rematar las mudanzas y se dedica a mover cajas de una habitación a otra. Las quita de la entrada para no verlas nada más llegar a casa y van pasando por el pasillo, la cocina, el dormitorio y ese cuarto que no se sabe si será un despacho, una habitación de invitados o acabará como trastero. Algo así es lo que, al parecer, hizo Donald Trump con los documentos clasificados que se llevó a su residencia de Florida. Se ve que el expresidente estadounidense no sabía muy bien qué hacer con los cientos de archivos una vez atesorados y algunos acabaron metidos en la bañera. La idea de tener en su poder información que prácticamente nadie en el mundo podía conocer le puede hacer sentir a uno muy importante, pero la logística de custodiarla ya es otra cosa. Si uno se va a meter a coleccionista –nadie cree que Trump tuviese intención de leer todos los documentos– lo primero es tener dónde guardar sus tesoros.