Sorprende al visitante un cartel en un bajo vacío de la ferrolana calle Real. “Cerrado por melancolía”. Es el testamento que dejó pegado, hace ya nueve años, José Luis Santalla antes de bajar por última vez la persiana de la librería Quijote. Ese aroma morriñento parece apoderarse por momentos de toda una ciudad, que necesita que el futuro le devuelva parte de lo que siempre le ha entregado. Ferrol es lo que es gracias, en parte, a la Armada. Ahora es tiempo de que Defensa agradezca los servicios prestados. Todos los grupos estarán a la altura cuando toque votar el convenio. Sin duda.