Una de las prácticas más beneficiosas para cualquier sociedad es la cogobernanza: cuando funciona y se hace con lealtad, sin partidismos, solo trae cosas buenas; si no es así, el laberinto está servido y las necesidades de los vecinos, por atender. Ayer, Concello de Ferrol y Diputación de A Coruña dieron un ejemplo de lo primero. No es, desde luego, una anécdota –aunque haya quien se empeñe en ver siempre el desastre–, pero no por ser la norma debemos dejar de destacar lo positivo que es aplicar el sentido común a la gestión.