Que A Coruña tiene muy presente su pasado romano es un hecho. No hay más que mirar a ese faro símbolo por excelencia de la ciudad. Otra cuestión es creer que San Andrés es la Vía Apia. Confirmamos que está lejos de serlo. Y los adoquines, por más que nos puedan gustar, con ese punto de categoría histórica que aportan, se nos han quedado un poco desfasados. Y hundidos, sobre todo. Al parecer, solo se maravillan ante ellos quienes no tienen que pisarlos. En foto quedan bastante resultones, eso es verdad. Pero quitando algún ciclista motivado que se hace la ilusión de que está disputando la París-Roubaix, coches, motos y bicis reniegan del adoquinado, sobre el que rebotan y resbalan mientras se acuerdan de la familia de quien decidió colocarlo o mantenerlo. Claro que también es una solución para ralentizar el tráfico, más que nada porque es imposible ir rápido y seguir teniendo amortiguadores. Lo mismo tienen que darle una vuelta a lo de cambiar las piedras por asfalto liso como una pista de carreras.