Ni un hecho relevante sin sus conspiranoicos. Tenemos a los clásicos de la pandemia de covid, los que sospechaban que la nieve de “Filomena” era plástico, los que juran que la invasión de Ucrania no existe y, ahora, los que sostienen que la calima no tiene nada que ver con el polvo sahariano porque, atención, si fuese así ya no quedaría arena en el desierto y porque al mezclarse con agua no produciría barro. De las extensiones y las densidades ya hablamos otro día con esta gente. Si aún están entre nosotros, porque advierten de que nos están envenenando con metales pesados expulsados al aire.