Argelia se ha cabreado con España. Bueno, con España no, solo con Pedro Sánchez –que lo ha dejado bien clarito el presidente argelino–. Se ha cabreado por guiñarle el ojillo a Marruecos en la cuestión del Sáhara, por escribirle a Mohamed que su propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental era la base “más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto. Es lo que tiene tontear con unos y con otros, por guapo que seas, que al final alguien se siente despechado. Menos mal que su despecho no ha llegado al punto de prenderle fuego al suministro de gas, si no, íbamos listos. Entre Putin y ellos vamos a acabar dando pedales en el salón de casa conectados a una dinamo para tener energía. Aquí, en España, la oposición e incluso los presuntos amigos cogobernantes, también le dan la razón a Argelia. Lo normal en estos casos; hay que pillar cacho. Pero según cuentan por ahí, en los foros internacionales opinan lo mismo que Pedro, lo que pasa es que no lo escriben.