Cualquiera que haya pasado unos días en un hotel con piscina durante el verano ha podido ser testigo del espectáculo de las carreras por hacerse con las tumbonas. Da igual que el establecimiento sea estilo fonda Pepa o hagan falta todos los dedos de una mano para contar las estrellas que atesora, de esa práctica de dejar toallas, camisetas o el objeto personal más inverosímil para ocupar las hamacas no se libra. Los participantes en la pelea tensan los músculos como si estuvieran a punto de salir de toriles y en cuanto da la hora de apertura de la piscina se lanzan a las tumbonas, que reservarán durante todo el día aunque solo tengan intención de usarlas durante un par de horas a media tarde, en el mejor de los casos. Sus esfuerzos, no obstante, pronto dejarán de dar sus frutos, si se extiende la medida que ya aplican algunos hoteles: retirar las toallas pasados 45 minutos si no llegan los ocupantes. Todo son trabas para los caraduras, así no hay quien disfrute de las vacaciones.