Desde luego, somos una prole que ha olvidado mirar a la luna y verse en las estrellas, pero igualmente ha dejado de encender la lumbre en el nido y entonar el verso entre mil besos. Da la sensación que transitamos con un cuerpo, ausente de alma. Convendría que recordásemos, que es la alianza con la sabiduría natural, lo que nos hace comprender el sentido último de los vínculos, sus valores que es lo que verdaderamente nos da serenidad, encuentro y diálogo, disponibilidad y entrega. Precisamente, ahora, cuando tanto hablamos de la conciliación de la vida laboral y familiar, o de las buenas prácticas de la igualdad de género, es menester que esta cercanía constituya un estímulo y una pujanza constante, sobre todo para que renazca un nuevo horizonte en el ámbito social humano. Ojalá seamos una generación capaz de conciliar lo irreconciliable. Esto nos hará crecer por dentro. Sabremos alegrarnos con el que se alegra y sufrir con el que sufre. No podemos continuar deshumanizándonos, tampoco podemos convivir con una cultura egoísta que todo lo desnaturaliza a través de un mercado de intereses que hace efímeros los lazos. Deberíamos, sin duda, poner más énfasis en la tarea auténtica, original e insustituible de sentirnos morada. Mejoraríamos la convivencia y sentaríamos cátedra humanística de ternura que, unida a la bondad, es lo que mejor nos hermana.
En consecuencia, para empezar a sustentar las redes de la unidad, se me ocurre que debemos pensar en otras exploraciones mucho más originales y verdaderas. La mirada nuestra debería ser clemente y comprensiva siempre. Seguro que mejoraríamos la cordialidad; y, por ende, corregiríamos la atención a las necesidades del prójimo, que son muchas y variadas, principalmente en este preciso instante, donde las perspectivas de crecimiento mejoran para las grandes economías, pero no así para otras muchas en desarrollo; además de que la situación de los más vulnerables se ha vuelto más precaria debido a la elevada pérdida de puestos de trabajo. Con este panorama tan ilícito hace falta cambiar de actitud. Claro que se puede convenir lo inverso.