Vergonzoso silencio

or segunda vez el Partido Popular ha sido condenado, como responsable civil subsidiario, por las obras de su sede en la calle Génova de Madrid. La sentencia describe como la citada reforma se pagó con dinero negro que Barcenas guardaba en una caja fuerte de su despacho y que provenía de “donaciones” al partido.

Deja, además, muy claro que las anotaciones que el gerente fue haciendo de forma manuscrita sobre el destino de esos fondos irregulares eran ciertas en aquellas partidas que se han probado en la vista oral.

Es verdad que la dirección del PP actual no es la misma. Que ninguno de los dirigentes que fueron llamados a declarar en el juicio están ya en la sede, ni tienen cargo orgánico. Pero el partido es el mismo, las siglas son las mismas, el ideario es el mismo y el edifico, motivo de la condena, sigue siendo el mismo, porque las promesas de ponerlo a la venta o alquilarlo se han quedado en papel mojado.

Nada excusa a Casado, García Egea, o al resto de los dirigentes, de dar la cara y explicar a los ciudadanos las medidas que han adoptado para que la financiación irregular no vuelva a suceder. Renegar del pasado no basta. Pero, con las encuestas a favor, la consigna ha sido el silencio, dando por hecho que correr un tupido velo hará que se olvide antes la sentencia y, además, cuentan con que a Cospedal, Rato, Barcenas, o el propio Rajoy, se les trague la historia.

Con la celeridad con la que saltan a los medios cuando la corrupción afecta a otras siglas, resulta absolutamente vergonzoso el silencio actual y la consigna de que este caso ya no interesa porque pertenece al pasado. La derecha siempre da por hecho que sus electores tienen las tragaderas más amplias y que lo que no se menciona no existe.

Si ya una vez el tema Gürtel les costó perder el Gobierno, no parece que hayan aprendido la lección. Pero la corrupción, tarde y con exasperante lentitud, se paga. Confían en repetir lo ocurrido en la Comunidad de Madrid: desde el “reinado” de Esperanza Aguirre casi todos los que han pasado por la Puerta de Sol han acabado sentados en el banquillo. Y, sin embargo, Aguirre sigue permitiéndose el lujo de indicar el camino del PP madrileño.

Es evidente que, una vez que se ha dado por amortizada la corrupción, a Casado le preocupa mucho más la batalla interna entre su mano derecha y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que se ha atrevido a bloquear en su Whatsapp a los “compañeros” de Génova.

Si, al final, el discutido congreso del PP madrileño se celebra en marzo, es de esperar que para entonces el partido haya encontrado un local que les permita dejar atrás un edificio donde sentencia, tras sentencia, ha quedado acreditado que el dinero de origen sucio corría por los despachos sin cotizar a Hacienda.

Una vergüenza que ahora se quiere silenciar.

Vergonzoso silencio

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