La televisión pública catalana es el medio más tendencioso y parcial en su información y programas, con dos ejes de comunicación: la defensa del independentismo y el fomento de desprecio a lo que signifique España, incluido el idioma.
La última prueba se produjo en el programa de entretenimiento “Au Pair” dirigido a familias y niños en el que personajes famosos ejercen de canguros por un día. En la emisión del 17 de agosto intervenía Mag Lary, un ilusionista catalán que interpretaba a un dinosaurio y bromeaba con una niña a la que dejó de dirigirse en catalán para hacerlo en castellano diciéndole “Hablo en castellano porque así parezco más malo”.
Yo no sé si en este hecho es calificable como “delito de odio”, según denunció ante la Fiscalía una asociación en defensa del español. Pero sí que forma de la aversión al idioma, la lengua oficial del Estado, que en Cataluña (también en Baleares y Valencia) es relegado, perseguido y a veces prohibido por el gobierno de esa comunidad –la presidenta del Parlament se negó hace pocos días a responder en castellano a un periodista–, que en este caso protagoniza el proceder sectario de la televisión pública. Eso explica la eliminación del castellano como lengua vehicular, un tributo que pagó el Gobierno de España a Esquerra Republicana por sus votos.
Sobre esta concesión al nacionalismo dice Alfonso Guerra –está en Youtube– que “hay un principio en la historia que dice que cuando una sociedad acepta lo absurdo sin reaccionar, es una sociedad enferma. Y aquí hemos visto cosas que son absurdas, como ese acuerdo sobre la formación en la lengua castellana en Cataluña. Resulta que el español va a ser tratado como una lengua extranjera en España. Es un absurdo tan tremendo que si la sociedad lo asume sin reaccionar es una sociedad en decadencia”.
¿La Real Academia, el Instituto Cervantes y los escritores cuya herramienta de trabajo es la lengua no van a decir nada?, se preguntaba el ex vicepresidente. Cuando esto se asume así es que la sociedad no va hacia delante, más bien va hacia atrás”. Los tres aludidos guardaron silencio.
Las lenguas son el gran patrimonio de los pueblos y el castellano es la tercera más hablada que permite comunicarnos con millones de personas. Privar a los niños de este vehículo de comunicación y cultura es propio de un Govern que ha perdido el sentido democrático y de un medio de comunicación servil que ha perdido el sentido de la profesionalidad.
Que ese Govern y la TV3, que pagamos todos, patrocinen programas para adoctrinar a los niños en el odio a lo que huela a España es una lamentable perversión que ratifica la decadencia de la parte de la sociedad catalana que la asume.