Pues va a resultar que los que clamaban furibundos durante el confinamiento que el Estado opresor no podía obligarles a quedarse en casa tenían razón. Ellos habrían dicho lo mismo de cualquier medida, que conste, el discurso de “tengo mis derechos” vale igual para una emergencia sanitaria como la del coronavirus que para saltarse la cola de entrada a un concierto. Pero esta vez, al parecer, estaban en lo cierto. Los jueces del Tribunal Constitucional están divididos al respecto, pero podría ser que decidiesen que la orden de que la población no saliese a la calle fuese contraria a la Carta Magna, lo que en la práctica significa anular todas las multas a los que se saltaron el confinamiento. A ver quién los aguanta ahora...