igual que aquel del anuncio, la alerta sanitaria por el cadmio de las gambas vuelve a casa por Navidad. De nuevo la noticia salta a los periódicos y las televisiones porque no hay celebración que se precie sin su sentimiento de culpa. Lo que pasa es que lo de chupar las cabezas de estos crustáceos, llenitas como están de un metal pesado, no es lo mismo que hablar de las calorías del turrón, los perjuicios de los brindis –sobre todo a la mañana siguiente– y la concatenación de empachos. Aquí el riesgo para la salud es un poco más elevado. Algo así como comer pilas. Menos mal que solo es Navidad una vez al año… FOTO: gambas con cabeza | aec