Días antes de que se cumpliese el plazo para la venta de Alcoa, cuando todo apuntaba ya a que no iba a producirse la transacción, Alberto Núñez Feijóo hablaba de que pediría la nacionalización de la factoría si se detectaba “mala fe” por parte de la empresa. Dilatar los plazos y hacer creer a trabajadores y administraciones que pretendía dar una salida a la fábrica cuando, visto el resultado, parece que nunca fue su intención se asemeja mucho a la mala fe. El despido colectivo está anunciado y, a falta de que la maquinaria estatal arranque para hacerse cargo de la planta, la única medida para evitar que se paren las cubas –que sería como echar el cierre definitivo– parece ser la petición de medidas cautelarísimas. Qué triste final. FOTO: trabajadores de alcoa se manifiestan contra los despidos | aec